CONVERSACION ENTRE KAFKA Y JANOUCH
LA METAMORFOSIS DE KAFKA
Sería innecesario hacer un extenso prólogo sobre Kafka y “La Metamorfosis”. La hemos leído en el colegio, en la Universidad y aun de viejos seguimos leyéndola con admiración, ganas de aprender y a veces hasta con calambres de envidia. A continuación una discusión conmovedora sobre “La Metamorfosis” entre Gustav Janouch y el mismísimo Kafka:
(Traducción del ingles al español del texto Conversations with Kafka de Gustav Janouch por Hemil García) .
LA METAMORFOSIS DE KAFKA
Sería innecesario hacer un extenso prólogo sobre Kafka y “La Metamorfosis”. La hemos leído en el colegio, en la Universidad y aun de viejos seguimos leyéndola con admiración, ganas de aprender y a veces hasta con calambres de envidia. A continuación una discusión conmovedora sobre “La Metamorfosis” entre Gustav Janouch y el mismísimo Kafka:
(Traducción del ingles al español del texto Conversations with Kafka de Gustav Janouch por Hemil García) .
Mi amigo Alfred Kamp…admiraba la historia de Kafka La Metamorfosis. El describía al autor como: “un nuevo, más profundo y por tanto más importante Edgard Allan Poe.
Durante una caminata con Franz Kafka por la Altstader Ring (*) le dije sobre este nuevo admirador suyo, pero esto no le interesó ni pareció entenderlo. Por el contrario, la expresión de Kafka mostraba que cualquier discusión de su libro le era desagradable. Yo por el contrario estaba colmado con un ahínco de descubrimientos y no tuve ningún tacto.
- El héroe de la historia se llama Samsa,” dije. “Suena como un criptograma por Kafka. Cinco letras en cada palabra. La letra S en la palabra Samsa tiene la misma posición que la K en la palabra Kafka. La A…
Kafka me interrumpió.
- No es un criptograma. Samsa no es para nada Kafka, ni mucho menos. La Metamorfosis no es una confesión, aunque es, en cierto sentido, una indiscreción.
- No puedo opinar al respeto.
- ¿Es acaso delicado y discreto hablar sobre las propias pulgas de la propia familia?
- No es usual en una sociedad bien.
- Verá usted las maneras que tengo.
Kafka sonrió. Trató de minimizar el tema. Pero yo no quise.
-Parece que la distinción ente las buenas y malas maneras no se aplican aquí- dije.- “La Metamorfosis” es un sueño terrible, una concepción terrible.
Kafka permaneció quieto.
“Los sueños revelan la realidad cuya concepción queda olvidada. Ese es el horror de la vida, el terror del arte. Ahora debo irme.”
Gasté mi primera semana de sueldo comprando tres historias de Kafka: La Metamorfosis. El Juicio y América, forrado en un volumen de cuero marrón oscuro, con el nombre Franz Kafka elegantemente grabado en letras doradas.
E l libro estaba guardado en mi maletín y sobre mis rodillas y le contaba a Kafka sobre el cinema (Janouch trabajaba allí como músico). Entonces orgullosamente saqué el volumen y se lo entregué a Kafka por entre el escritorio.
-¿Qué es esto? Preguntó con sorpresa.
- Es mi primera semana de sueldo.
- ¿No es un desperdicio?
Las pestañas de Kafka ondearon. Sus labios se recogieron. Por unos segundos el contempló el nombre en las letras doradas, pasó a prisa las páginas, con notoria vergüenza, y lo puso frente a mí. Le iba a preguntar por qué el libro le ofendía, cuando empezó a toser. Tomó su pañuelo del bolsillo, se lo puso en la boca, lo guardó. Cuando el ataque pasó, se paró y fue a un pequeño lavatorio cerca a su escritorio, y se lavó las manos, entonces mientras se secaba me dijo: “me sobre calificas. Tu confianza me oprime.”
Se sentó en el escritorio y dijo, con las manos en la cabeza: “No soy ningún arbusto ardiendo. No soy una llama.”
Lo interrumpí, “No deberías decir eso. No es justo. Para mí, Por ejemplo, eres fuego, calor, y luz.”
-¡No! ¡No! me contradijo, moviendo su cabeza. “Estas equivocado. Mis escritos no merecen un empastado de cuero. Es sólo mi propio espectro personal del horror. No debería haber sido impreso de ninguna manera. Debería haber sido quemado y destruido. No tiene ningún significado…”
Me disculpé. “por favor perdóname, ni quise molestarte. Soy un estúpido.”
-¡No!, ¡no lo eres! Sin mover sus manos de la cara, movió su cuerpo de atrás para adelante. “Probablemente tengas razón. Probablemente por eso no puedo terminar nada. Tengo miedo a la verdad.” Sacó las manos que le cubrían los ojos y puso los puños sobre la mesa y dijo con voz baja: “Uno debe estar callado, si no puede ayudar en nada. Nadie por medio de su propia falta de esperanza debe hacer que un paciente empeore. Por esta razón mis escritos deben ser destruidos. No soy ninguna luz, solamente he perdido mi camino en mis propias espinas. Soy una calle sin salida.”
*Altstadter Ring: Una calle principal de Praga.
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