lunes, 31 de octubre de 2022

Un libro, un viaje y un deseo

Un libro


Mi novela Sesenta días para abandonar el país se publicó en Perú el 2011 gracias a la editorial Vagón Azul y la embajada de España en Washington DC. Fragmentos de esa novela aparecieron en la revista Aurora Boreal de Dinamarca el 2012 y también en Francia el 2020 en Editions Magnard-Vuibert.
Aquí pueden leer una reseña:
https://www.auroraboreal.net/literatura/libros/1132-sesenta-dias-para-abandonar-el-pais

Sesenta días para abandonar el país es una novela corta con un final abierto y más de una persona me ha preguntado si en algún momento escribiría la secuela de este libro. La pregunta más precisa qué mas recuerdo es:¿Qué pasó con Gerardo Gómez?
La verdad es que en los últimos tres años he trabajado un manuscrito que ya tiene un nombre tentativo. Lo que aun no decido es ver si publico ese libro o no. Sesenta días para abandonar el país es un libro muy autobiográfico y su secuela lo es también.
Veremos qué ocurre. Quizás tome una decisión a fin de año. 
 

Un viaje

Mi reciente y presentación en la Universidad de Idaho me hizo revivir de manera gráfica mis visitas a Grand Valley State University (Michigan) y Virginia Commonwealth University (Virginia) y me ha renovado el espíritu y pensar en lo afortunado que soy en poder viajar y conversar con alumnos y profesores. Tengo un trabajo que por ahora me permite esas licencias y ausentarme por temas de literatura. 
Ahora que he estado fuera de Virginia reparé en que hay un viaje que tengo pendiente. En realidad son tres viajes en uno. 
Deseo ir a Baltimore para volver a la tumba de Edgar Allan Poe y visitar su museo. Desde Baltimore siguiendo la carretera 95 North quiero llegar hasta New York a la tumba del escritor Washington Irving, el autor de “La leyenda de Sleepy Hollow”. Quiero visitar el pueblo de Sleepy Hollow y Tarrytown. 
En algún momento conté en mis talleres de cuento que una vez regresando de Canadá, de casualidad, pasé por Sleepy Hollow, pero no pude parar. Es un asunto pendiente.
De New York, quiero seguir por las 95 North y volver a Canadá. Quizás ver las cataratas del Niagara nuevamente.  


Un deseo

Desearía visitar California en algún momento. El 2012 tenía una conferencia en ese estado pero por motivos personales tuve que cancelar el viaje. Me fascinaría ir a San Diego y de allí cruzar hasta Tijuana y visitar a mis amigas y colegas escritoras. También desearía visitar el Centro de posgrado y estudios Sor Juana donde he dictado varios talleres virtuales.  
















viernes, 28 de octubre de 2022

Expedientes Morgue de Hemil García Linares. Reseña por Alberto Chimal

Escribo estas palabras desde México, parte del mundo occidental pero no parte crucial, o al menos no considerada así. Patio trasero de Estados Unidos, país del sur global, territorio violento, de gobiernos vacilantes o subordinados o fallidos. No es del todo así, por supuesto: lo real siempre es mucho más rico, más complejo que los estereotipos. Pero esa es nuestra imagen fuera de las fronteras del país: la reducción a la que se nos somete y que nosotros mismos fomentamos y repetimos cuando nos conviene.

Al perpetuar esa reducción se repiten muchas mentiras, muchas imprecisiones y falseos. Una de las más insidiosas, en realidad, es mucho mayor que cualquier problema exclusivo de mi país: es la noción de que las vidas humanas, y todo lo que implican (las interacciones sociales, las luchas cotidianas, los grandes acontecimientos, nuestras relaciones con el cuerpo y el lenguaje) están constreñidas por las fronteras nacionales. Obviamente, nuestro tiempo es también uno en el que la presunta “libertad de movimiento” promovida como una bendición de los regímenes neoliberales no solamente se ha revelado como engañosa, y no sólo retrocede en muchos lugares, sino que está de facto anulada para casi todo el mundo por la pandemia de la COVID-19. Pero (y con esto llego al trabajo de Hemil García) siguen existiendo los viajeros: aquellas personas que, debido a sus historias personales, experimentan de primera mano el cruce de fronteras, y hacen de él, quieran o no, parte de sus vidas. Los migrantes, legales y no; los fugitivos, los refugiados; los muy escasos para quienes no hay fricción en el planeta.

Esa es otra experiencia crucial de nuestro tiempo, pero (aunque parezca mentira) está poco explorada. O, quizá, explorada de maneras muy limitadas: en la literatura, por ejemplo, suele ser vista desde afuera o ceñida a lo testimonial, al testimonio casi directo. Hemil García Linares, nacido en el Perú, radicado en Estados Unidos, promotor y practicante de la literatura en castellano dentro de su país adoptivo, es uno de los escritores que está rompiendo esos límites: cruzando esas otras fronteras.

¿De qué manera se puede hablar de traspasar fronteras sin representar el cruce de manera literal? Por ejemplo, escribiendo historias alrededor de él: relacionadas con el choque cultural, la discriminación, la dicotomía del desarraigo y la asimilación, pero centradas en la conciencia de quien cruza, en las numerosas experiencias que puede tener más allá de la experiencia misma del desplazamiento. Expedientes Morgue hace esto creando historias de miedo: versiones y pastiches de clásicos, argumentos originales, siempre desde el punto de vista de personajes que han cruzado. Algunos están en fronteras; otros, en países de visita o de mudanza. Ninguno tiene como centro, al final, el movimiento de los cuerpos, pero sí el movimiento de las conciencias: la forma en la que el pensamiento se modifica (se abre, se cierra, se desvía, se reencauza) al darse cuenta de que las fronteras son arbitrarias, porosas, y a la vez durísimas.

No debería sorprendernos tanto que esto sea posible. El miedo es universal —una de las pocas experiencias que realmente trasciende todas las limitaciones territoriales— y las narraciones que lo tratan en occidente tienen una historia que ya es en sí misma de traslados y de cruces. La noción de que son un grupo concreto dentro de la cultura popular les da el nombre de genre, que es un galicismo utilizado en el inglés y que en castellano se traduce imperfectamente como género, o si acaso como subgénero; Edgar Allan Poe, un gran precursor referenciado explícitamente en varios textos del libro, se nutrió de la obra de los autores románticos europeos, y más tarde, a través de las traducciones de Charles Baudelaire, influyó en generaciones posteriores de escritores europeos; la literatura de Hispanoamérica tiene no solamente una historia ilustre de cultivadores de la imaginación fantástica, sino un momento de esplendor actual, con figuras elogiadas y queridas como Mariana Enríquez, Mónica Ojeda o Bernardo Esquinca, que producen su obra desde diferentes países y no tienen miedo de combinar diferentes influencias, estilos y (por supuesto) genres en su busca del significado del miedo en nuestra época contemporánea.

Un libro como Expedientes Morgue agrega a este panorama rico el trayecto particular de un escritor entre dos siglos, el XX y el XXI, y entre varias tierras y lenguas diferentes. Los personajes de Hemil García Linares son siempre observadores de un entorno en transformación, cuyas certidumbres son escasas y provisionales, y que se enfrentan a las proverbiales amenazas, enigmas o incluso monstruos —los enviados de la Gran Oscuridad, como habría dicho H. P. Lovecraft— con un aire menos de indefensión o de angustia que de perplejidad. Esto es también el mundo, parecen decirnos; igual que todo lo que dejamos en nuestra aldea, y todo lo que hemos encontrado en los otros lugares. Y sí, nos acecha, nos atemoriza, pero tal vez no lo veríamos siquiera de no ser porque nosotros mismos estamos descentrados, desplazados en el tiempo y sobre todo en el espacio. La realidad mayor de quien se abre al mundo, incluso contra su voluntad, puede abarcar todos los acontecimientos de afuera, pero también los interiores: todos los nuevos miedos, las nuevas esperanzas, las nuevas dudas.

A este mundo más lleno de estremecimientos (voluptuosos, hubiera dicho Poe; y también de otros) se nos invita en las páginas que siguen. Han de leerse con cuidado, y con deleite.

Alberto Chimal



martes, 25 de octubre de 2022

Sesenta días para abandonar el país de Hemil García Linares. Reseña por Miguel Arana

Sesenta días para abandonar el país nos narra las experiencias de un peruano de clase media baja y con estudios en periodismo; se trata de Gerardo Gómez, quien se ve obligado por las circunstancias a trabajar como vendedor de tarjetas de crédito y préstamos para un banco extranjero en la capital del Perú, Lima. Su situación no es nada sui generis en la tres veces coronada villa, sino que es idéntica a la de miles de personas con educación superior, profesionales graduados e incluso con estudios de post-grado dedicados a recorrer las calles a diario, ya sea manejando uno de los innumerables taxis (p. 19), o perteneciendo a la inmensa legión de vendedores de ilusiones (tarjetas de crédito, préstamos, pensiones, viajes, etc.). Son éstos los únicos trabajos posibles para la gran mayoría de los que han superado la barrera de los 25 años y por diferentes razones no se han establecido o no les "ha ido bien" (p.22).

En comparación con la mayoría de sus compatriotas, realmente, a Gómez no le va mal, pero no posee ningún tipo de estabilidad y en cambio sí tiene aspiraciones. Los vendedores son material desechable y fácilmente reemplazable con miles de otros que esperan su oportunidad. Lo que sí se les ofrece es "pan y circo", celebraciones acompañadas de abundante comida y licor para "estimularlos". Precisamente Sesenta días para abandonar el país empieza con una de estas celebraciones donde el narrador cuenta, en tono burlón, una "original" frase del gerente de ventas: "[...] el hombre decretó que el oficio más antiguo del mundo no era la prostitución sino las ventas, ya que desde el inicio de las culturas siempre hubo mercaderes que vendían o intercambiaban prendas, esencias, telas. Una cagada de discurso, pero todo el mundo lo felicitó" (p.14).

Desde el inicio de la novela, el narrador en primera persona nos permite no sólo compartir sus experiencias sino que también nos deja penetrar en sus más profundos pensamientos y emociones. Sentimos su frustración cuando menciona a su amigo del colegio, el tuerto Álvarez: "Ver al tuerto tan bien vestido inevitablemente me hizo pensar si él veía cómo lucía yo. Miré mi traje del banco y mis zapatos empolvados por andar a pie." (p.32). Asimismo, nos muestra la discriminación racial y social que aún existen en la sociedad limeña y lo vemos cuando expone el desinterés por un potencial cliente que "no era rubio ni adinerado" (p. 16).

Por otro lado, la narración se desenvuelve con soltura y se torna amena y cautivante, el lenguaje utilizado es accesible y coloquial. Además, la técnica del narrador al describir en forma de diario sus últimos días en Lima y como si fuera esa vida una cuenta regresiva le añaden al relato cierta dosis de emoción y suspenso que mantiene al lector interesado; pero también simboliza una especie de próxima ruptura del cordón umbilical, los últimos días de lo conocido y el inicio de una aventura incierta. Eso hace que Gerardo sea constantemente asaltado por la duda de emigrar o no, que es reforzada por el recuerdo de algunas experiencias fallidas de gente conocida que intentó antes "el sueño americano" pero que no logró alcanzarlo u otras que sí llegaron pero para quienes el sueño se convirtió en pesadilla: "Algunos de ellos han padecido cárcel por ser ilegales y tuvieron que esperar sus juicios de deportación viviendo con un grillete electrónico en el pie con el cual la policía los rastreaba donde quiera que se escondiesen" (p. 57).

Al llegar a la "tierra prometida" la duda, en lugar de despejarse, se acentúa. La inseguridad y la incertidumbre son el pan de cada día: "Es difícil saber lo que me depara el futuro, si triunfaré o me deportarán. No sé si limpiaré baños toda mi vida o un día lograré mi legalidad y un mejor trabajo. [...] Ahora sé que los sueños son primos hermanos de las pesadillas." (p. 110) Peor aún, luego del 11 de septiembre lo abraza el temor de morir en esta tierra, no deseado y alejado de sus seres queridos.

Esta obra semi-biográfica de García Linares nos expone con claridad una serie de situaciones bastante comunes de las sociedades latinoamericanas como la falta de oportunidades, el racismo, las frustraciones, las desigualdades sociales, las relaciones sentimentales y laborales, entre otras, mientras que, por otro lado, sin adornos nos presenta, la verdadera realidad de los inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos.

Sesenta días para abandonar el país es una lectura imprescindible para entender mejor a Latinoamérica, comprender el afán emigratorio de mucha de su gente, y apreciar su lucha por una vida mejor en un contexto extraño y muchas veces hostil. Mientras tanto, muchos como Gerardo continuarán preguntándose: "¿Qué carajo es realmente el American Dream?" (p. 104)

Miguel Arana. Perú. Graduado en periodismo por el Santa Barbara City College y en Español por la Universidad de California Santa Barbara; actualmente se desempeña como instructor de español mientras estudia el Master/Phd en Lengua y Literatura Hispánicas en la citada universidad.

La gasolinera en la avenida Suddley
(Fragmento de la novela Sesenta días para abandonar el país)

"¿De verdad quieres trabajo extra?", me preguntó mi primo. "Ándate a la gasolinera de la avenida Suddley. Te dejo allí si quieres". Yo asentí animado.
Cuando llegué eran las siete de la mañana y al menos unas veinte personas estaban paradas en los alrededores. Jornaleros les llaman a los que se paran en las esquinas a esperar un empleo eventual, que muchas veces son apenas unas horas de trabajo. "Hola, gente, ¿cómo están? Mi primo me dijo que aquí habría chamba", dije tratando de sonar amigable. "Hola, peruano", contestó un tipo flaco, bajito y empezó a hablar como limeño. "Oye huevón, ¿qué te pasa huevón? ¿Qué dice la señorita Laura Bozzo?". Risas alrededor. Forcé una sonrisa y me acerqué. "¿Eres peruano?", indagué. Él tipo sonrió: "Salvatruco. Purito El Salvador".
La mañana estaba un poco fría y fui a comprar un café en la gasolinera. Ernesto me aseguró que los subcontratistas llegaban en camionetas buscando obreros. Había que adelantarse y correr porque la gente se podía arremolinar alrededor de cualquier auto que se detuviese. Y así fue. Primero llegaron dos camionetas y ni siquiera pude acercarme.
Di un sorbo al café. Mientras el tráfico se detenía en el semáforo, los conductores desde la Suddley observaban con miradas afligidas. Al rato se acercaron unas ancianas americanas con café y donuts. "Son de la iglesia cristiana que está al frente y a veces traen comida", me dijo una persona joven. Tomé un donut y un café extra. Casi me atraganto con el donut al ver que se acercaba una camioneta inmensa y corrí para no perder mi oportunidad. Mi sueño americano venia envuelto en una camioneta cuatro por cuatro. Igual llegué a destiempo, pues ya había unas cinco personas delante de la camioneta. Por suerte los tipos de adelante eran de baja estatura y pude meter mi cabeza. El salvadoreño estaba tratando de negociar con el de la camioneta, un señor rubio alto y gordo que hablaba con acento extraño. El salvadoreño no podía hacerse entender. "Peruano, ¿vos podés hablar inglés?", me preguntó y asentí, y entonces me abrieron paso. El gringo sonaba como salido de una película de cowboys. Con algo de dificultad entendí que pagaría diez dólares por hora trabajada y que necesitaba cuatro personas (you are one of them, dijo). Así que me pidió que escogiera tres, escogí al salvadoreño; este llamó a dos amigos que eran de Honduras o catrachos como ellos mismos se denominan. Subimos a la camioneta del gringo Jeff quien nos llevó por la parte vieja de Manassas. Se detuvo en una tienda a comprar varias botellas de agua. Luego avanzó hasta una avenida grande que decía Prince William. Pregunté adónde íbamos. "To Dale City. It's fifteen miles away". Jeff prendió un cigarro.
Llegamos en media hora y nos dirigimos a unas casas que tenían apenas estructuras y columnas terminadas. Había que poner todas las planchas de madera (Playwood). Como nunca he hecho trabajo pesado sufría al cargar dos de esas planchas. Los hondureños y el salvadoreño se ponían al menos cuatro planchas en la espalda. "No seas huevón, peruano" (después supe que ellos le dicen huevón a los que son ociosos). "Al menos hablás inglés", dijo otro y todos rieron. Estuvimos un par de horas poniendo las planchas en la pared y otras en la parte del techo. "¿Vos sabés usar la pistola?", dijo el salvadoreño. En el suelo había dos pistolas automáticas para clavar las planchas. "Apachále, así nomás", sonrió, y al apretar el gatillo tiró un par de clavos que cayeron cerca de mi rodilla. Agarré la otra pistola y le disparé también. Nos reímos.

Así que me puse a clavar las planchas de Playwood, siempre mirando cómo lo hacía el salvadoreño con la otra pistola. A las once de la mañana paramos por diez minutos y bebimos agua. Me moría de hambre. Los centroamericanos tenían pupusas (una masa de harina con queso) que me metí a la boca sin pensarlo dos veces. Este Jeff es buena gente, dijeron ellos, porque normalmente ningún contratista te ofrece ni agua.
Salió un sol tibio y engañoso, de esos que queman la cara pero no calientan y seguimos en el techo clavando las planchas de playwood. Desde lo que sería el segundo piso divisé al menos cien casas similares, todas idénticas, sin terminar y esperándonos. Debería trabajar en esto siempre, pensé.
Trabajamos hasta que no quedó una sola plancha en la camioneta. También usamos las que estaban apostadas en un costado de la casa. Faltaba ahora empezar a poner las tablas y columnas de lo que sería el segundo piso. Las bases del primer piso en unas horas estaban terminadas, listas para ser revestidas y pintadas. Mis compañeros trabajaban a una velocidad increíble.
"Time for lunch", dijo Jeff, "let's get some burgers and sodas", añadió y prendió otro cigarro. "Come with me", dijo Jeff y me subí a la camioneta. Me sentía como el capataz del grupo, el único que hablaba inglés. Teníamos que comer algo rápidamente y después terminar el segundo piso, dijo. Llegamos a un McDonald's sobre la avenida Dale Boulevard. Compró seis hamburguesas. Me preguntó si quería una gaseosa. Sí, gracias. Qué bueno este gringo. Salimos del McDonald's y Jeff enrumbó hacia una gasolinera. Mientras él manejaba yo comía mi hamburguesa. "Cigarretes are bad", dijo riéndose y me pidió que comprara una cajetilla de Marlboro, mientras él comía su hamburguesa al vuelo. Me alcanzó diez dólares. Qué confiado este gringo que me da dinero sin conocerme. Entré a la tienda. Debían ser ya más de las doce, había una fila de casi seis personas, fui al baño a orinar. Me lavé las manos y volví a la cola para pedir los cigarros. Me acabé el resto de la hamburguesa. Compré los cigarros y salí al estacionamiento. La camioneta no estaba, Jeff tampoco. Miré alrededor creyendo que me había confundido, que quizás Jeff se había estacionado a la derecha y no a la izquierda. Como en cámara lenta recorrí todo el estacionamiento. La puta camioneta no estaba. Esperé diez minutos, veinte, media hora. Quería pensar que Jeff se había olvidado de mí, pero ni el buen Jeff ni su camioneta aparecieron. Abrí la cajetilla de cigarros y prendí uno, estaba en el culo del mundo y ni idea de cómo volver. Tenía siete dólares en el bolsillo. Escupí al suelo con rabia. Vi en la esquina de la gasolinera varios latinos apostados en la berma y de pronto una camioneta se acercó. La gente se arremolinó, quise reírme pero tenía miedo de que la risa me traicionara y se convirtiese en llanto. 



lunes, 24 de octubre de 2022

El desafío de la creación Juan Rulfo

El desafío de la creación


Juan Rulfo

Desgraciadamente yo no tuve quién me contara cuentos; en nuestro pueblo la gente es cerrada, sí, completamente, uno es un extranjero ahí.


Están ellos platicando; se sientan en sus equipajes en las tardes a contarse historias y esas cosas; pero en cuanto uno llega, se quedan callados o empiezan a hablar del tiempo: “hoy parece que por ahí vienen las nubes…” En fin, yo no tuve esa fortuna de oír a los mayores contar historias: por ello me vi obligado a inventarlas y creo yo que, precisamente, uno de los principios de la creación literaria es la invención, la imaginación. Somos mentirosos; todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira; pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.


Considero que hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar. Esos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia: ahora, yo le tengo temor a la hoja en blanco, y sobre todo al lápiz, porque yo escribo a mano; pero quiero decir, más o menos, cuáles son mis procedimientos en una forma muy personal. Cuando yo empiezo a escribir no creo en la inspiración, jamás he creído en la inspiración, el asunto de escribir es un asunto de trabajo; ponerse a escribir a ver qué sale y llenar páginas y páginas, para que de pronto aparezca una palabra que nos dé la clave de lo que hay que hacer, de lo que va a ser aquello. A veces resulta que escribo cinco, seis o diez páginas y no aparece el personaje que yo quería que apareciera, aquél personaje vivo que tiene que moverse por sí mismo. De pronto, aparece y surge, uno lo va siguiendo, uno va tras él. En la medida en que el personaje adquiere vida, uno puede, por caminos que uno desconoce pero que, estando vivo, lo conducen a uno a una realidad, o a una irrealidad, si se quiere. Al mismo tiempo, se logra crear lo que se puede decir, lo que, al final, parece que sucedió, o pudo haber sucedido, o pudo suceder pero nunca ha sucedido. Entonces, creo yo que en esta cuestión de la creación es fundamental pensar qué sabe uno, qué mentiras va a decir; pensar que si uno entra en la verdad, en la realidad de las cosas conocidas, en lo que uno ha visto o ha oído, está haciendo historia, reportaje.


A mí me han criticado mucho mis paisanos que cuento mentiras, que no hago historia, o que todo lo que platico o escribo, dicen, nunca ha sucedido y es así. Para mí lo primero es la imaginación; dentro de esos tres puntos de apoyo de que hablábamos antes está la imaginación circulando; la imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse. Así aparece otra cosa que se llama intuición: la intuición lo lleva a uno a pensar algo que no ha sucedido, pero que está sucediendo en la escritura.


Concretando, se trabaja con: imaginación, intuición y una aparente verdad. Cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer: el trabajo es solitario, no se puede concebir el trabajo colectivo en la literatura, y esa soledad lo lleva a uno a convertirse en una especie de médium de cosas que uno mismo desconoce, pero sin saber que solamente el inconsciente o la intuición lo llevan a uno a crear y seguir creando.


Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar. Ahora, hay otro elemento, otra cosa muy importante también que es el querer contar algo sobre ciertos temas; sabemos perfectamente que no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte. No hay más, no hay más temas, así es que para captar su desarrollo normal, hay que saber cómo tratarlos, qué forma darles; no repetir lo que han dicho otros. Entonces, el tratamiento que se le da a un cuento nos lleva, aunque el tema se haya tratado infinitamente, a decir las cosas de otro modo; estamos contando lo mismo que han contado desde Virgilio hasta no sé quienes más, los chinos o quien sea. Mas hay que buscar el fundamento, la forma de tratar el tema, y creo que dentro de la creación literaria, la forma -la llaman la forma literaria- es la que rige, la que provoca que una historia tenga interés y llame la atención a los demás.


Conforme se publica un cuento o un libro, ese libro está muerto; el autor no vuelve a pensar en él. Antes, en cambio, si no está completamente terminado, aquello le da vueltas en la cabeza constantemente: el tema sigue rondando hasta que uno se da cuenta, por experiencia propia, de que no está concluido, de que algo se ha quedado dentro; entonces hay que volver a iniciar la historia, hay que ver dónde está la falla, hay que ver cuál es el personaje que no se movió por sí mismo. En mi caso personal, tengo la característica de eliminarme de la historia, nunca cuento un cuento en que haya experiencias personales o que haya algo autobiográfico o que yo haya visto u oído, siempre tengo que imaginarlo o recrearlo, si acaso hay un punto de apoyo. Ése es el misterio, la creación literaria es misteriosa, y uno llega a la conclusión de que si el personaje no funciona, y el autor tiene que ayudarle a sobrevivir; entonces falla inmediatamente. Estoy hablando de cosas elementales, ustedes deben perdonarme, pero mis experiencias han sido éstas, nunca he relatado nada que haya sucedido; mis bases son la intuición y, dentro de eso, ha surgido lo que es ajeno al autor.


El problema, como les decía antes, es encontrar el tema, el personaje y qué va a decir y qué va a hacer ese personaje, cómo va a adquirir vida. En cuanto el personaje es forzado por el autor, inmediatamente se mete en un callejón sin salida. Una de las cosas más difíciles que me ha tocado hacer, precisamente, es la eliminación del autor, eliminarme a mí mismo. Yo dejo que aquellos personajes funcionen por sí y no con mi inclusión, porque entonces entro en la divagación del ensayo, en la elucubración; llega uno hasta a meter sus propias ideas, se siente filósofo, en fin, y uno trata de hacer creer hasta en la ideología que tiene uno, su manera de pensar sobre la vida, o sobre el mundo, sobre los seres humanos, cuál es el principio que movía las acciones del hombre. Cuando sucede eso, se vuelve uno ensayista. Conocemos muchas novelas-ensayo, mucha obra literaria que es novela-ensayo; pero, por regla general, el género que se presta menos a eso es el cuento. Para mí el cuento es un género realmente más importante que la novela porque hay que concentrarse en unas cuantas páginas para decir muchas cosas, hay que sintetizar, hay que frenarse; en eso el cuentista se parece un poco al poeta, al buen poeta. El poeta tiene que ir frenando el caballo y no desbocarse; si se desboca y escribe por escribir, le salen las palabras una tras otra y, entonces, simplemente fracasa. Lo esencial es precisamente contenerse, no desbocarse, no vaciarse; el cuento tiene esa particularidad; yo precisamente prefiero el cuento, sobre todo, sobre la novela, porque la novela se presta mucho a esas divagaciones.


La novela, dicen, es un género que abarca todo, es un saco donde cabe todo, caben cuentos, teatro o acción, ensayos filosóficos o no filosóficos, una serie de temas con los cuales se va a llenar aquel saco; en cambio, en el cuento tiene uno que reducirse, sintetizarse y, en unas cuantas palabras, decir o contar una historia que otros cuentan en doscientas páginas; ésa es, más o menos, la idea que yo tengo sobre la creación, sobre el principio de la creación literaria; claro que no es una exposición brillante la que les estoy haciendo, sino que les estoy hablando de una forma muy elemental, porque yo les tengo mucho miedo a los intelectuales, por eso trato de evitarlos; cuando veo a un intelectual, le saco la vuelta, y considero que el escritor debe ser el menos intelectual de todos los pensadores, porque sus ideas y sus pensamientos son cosas muy personales que no tienen por qué influir en los demás ni hacer lo que él quiere que hagan los demás; cuando se llega a esa conclusión, cuando se llega a ese sitio, o llamémosle final, entonces siente uno que algo se ha logrado.


Como todos ustedes saben, no hay ningún escritor que escriba todo lo que piensa, es muy difícil trasladar el pensamiento a la escritura, creo que nadie lo hace, nadie lo ha hecho, sino que, simplemente, hay muchísimas cosas que al ser desarrolladas se pierden.


FIN



Vargas Llosa estuvo en Pullman en Washington State University en el 68

 Hacer click para leer la nota:

https://magazine.wsu.edu/2015/08/16/the-unexpected-presence-of-mario-vargas-llosa/?fbclid=IwAR0bo7e6HQWoeIDSH6DhcDh0CMvosjnask4Z2VcZi7YWrYcTsZIMnZ6w2SI

En mi reciente visita a University of Idaho en Moscow, la doctora Rachel Halverson me contó que Mario Vargas Llosa estuvo en Pullman, Washington State University. Pullman es un pueblo pequeño colindante con Moscow que es una zona rural con un promedio de 20 mil habitantes. 

Esta nota justamente resalta la presencia inusual de Vargas Llosa en una zona tan alejada de la parte cosmopolita de Estados Unidos. 

Vargas Llosa y este servidor 





domingo, 23 de octubre de 2022

Reseña de Cuentos del norte, historias del sur por Eugenia Muñoz Molano, Phd y profesora de español en Virginia Commonwealth University


Las historias están ligadas unas con otras a través de varios ejes temáticos tales como  las rivalidades por  la conquista del amor y luchas por el poder en el mundo masculino de adolescentes y jóvenes y su necesidad de experimentar y retar al destino sumergiéndose en el riesgoso mundo de las drogas y las pandillas. También se encuentran las desilusiones amorosas de mujeres jóvenes a quienes el hombre que aman las abandona con un hijo, como a Magda y a otras como Natalie, Paula e Indira los hombres que aman las obligan a alejarse de ellos  porque su amor por ellas  no es lo suficientemente poderoso para retenerlas, puesto que aquéllos no pueden superar las circunstancias que los aíslan e incapacitan para tener una relación normal. Pero se podría decir que hay un tema que en todos los cuentos une los destinos de ciertos personajes: El de la destrucción. Ya sea provocada por otros o por los mismos personajes de acuerdo a actuaciones y reacciones ante las circunstancias de sus vidas. Destrucciones que dejan a los personajes a merced de pérdidas irremediables, fracasos, desilusiones, situaciones inconclusas y evasión de la realidad dolorosa en que viven. No obstante lo anterior, en el caso de dos personajes cuyas historias aparecen desde su infancia hasta su vida de adultos, al menos éstos superan la destrucción a que son expuestos en su temprana edad  y de adultos viven en un presente que les permite mirar hacia un futuro estable.  Por ejemplo, el caso del personaje central de «¿Dónde se fueron todos? (Redoble para Live Wire y Phoenix)«, desde niño  conoce y admira a Billy, un músico que había vivido en Nueva York y es su mentor en la pasión que le inspira la música de los años 80. La atmósfera que rodea a Billy y a otros jóvenes admiradores de éste último es el de la marihuana y la cocaína pero el personaje en mención, no permanece inmerso en ese mundo de Billy y sus amigos.

Hay una característica en los cuentos del libro de Hemil, con respecto a los personajes: La mayoría de ellos son jóvenes, aunque hay niños y adolescentes también. Los personajes adultos no son muchos y casi todos aparecen del lado de la destrucción. Solo unos cuantos adultos presentan acciones positivas, pero son personajes secundarios en la acción de las narraciones. En otras palabras, no hay adultos que sean verdaderos modelos para seguir. Las narraciones sobre los personajes se desarrollan en los siguientes espacios: Seis en Perú: «Ana y el sol», «Cabecita de papaya», «Al filo del barrio», «Skateboard», «Lucrecia en Domingo» y «Viernes». Tres en los Estados Unidos: «El huracán», «El héroe» y «La noche que me acosté con el diablo»  Otras dos son un viaje a través del espacio y el tiempo desde Perú a Estados Unidos: «Cartas y emails de mi madre» y «¿Dónde se fueron todos? (Redoble para Live Wire y Phoenix)«. Por último, hay una narración que se diferencia de todas las demás porque el narrador omite el nombre del lugar donde se desarrolla la acción, pero dada la alusión intertextual del título, «Diez años de soledad» y ciertas características del comportamiento masculino de «Gabriel» en su relación de pareja, además de algunas menciones del mar; se puede deducir que el autor se refiere a un lugar de la costa norte de Colombia, donde se desenvuelve la novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Sin embargo, esa historia de la pareja podría desarrollarse en cualquier lugar, desde el punto de vista de su relación disfuncional en la cual los dos personajes viven juntos, pero solos sin nada que los una, a no ser la soledad.

Además de las menciones hechas de los temas, actuaciones y situaciones  relacionadas con los personajes jóvenes tanto masculinos como femeninos, vale observar ciertos patrones que se encuentran con relación a  los personajes niños y a los adultos quienes directa o indirectamente tienen roles destructivos para con  jóvenes y niños en los cuentos .Un ejemplo contra los jóvenes que sobresale por la doble moral y la debilidad humana que lleva a actuaciones negativas, es la del sacerdote en «Lucrecia en domingo» que valiéndose de su autoridad moral de confesor, busca a toda costa impedirle a Lucrecia que tenga relaciones sexuales con Diego, con quien la une un amor auténtico. Los niños son víctimas inocentes de la violencia del mundo creado por los adultos, como el de los horrores de la guerra en «Cabecita de papaya» y en «El héroe» y también, el mundo de la violencia asesina y sangrienta que Adrián niño ve con ojos aterrados en «Al filo del barrio». Otro niño que representa a tantos otros niños de padres inmigrantes a Estados Unidos, es Pepito el personaje central de «Cartas y emails de mi madre». Desde el inicio quedan expresados el dolor de la separación de Pepito de su madre a sus ocho años, la cual se va a Estados Unidos en busca de una mejor vida material: «Cuando mi madre emigró me dijo que serían un año o dos de separación, pero no ocurrió así, fue un tiempo largo, junto a otros hechos que hicieron más afligida su ausencia». Esa separación fue de diez años y por añadidura la madre fue dejando atrás la única conexión de las cartas y «emails» que unía al niño con ella, a medida que  se asimilaba totalmente al estilo de vida norteamericano y encontraba su felicidad casándose y formando una familia al tener a su hija «americana». La inconsciencia y negligencia de la madre, que pretende llenar con dólares y regalos el vacío de su amor y de su presencia en la vida de su hijo, provocan la destrucción del profundo nexo entre el hijo y la madre. Cuando por fin a sus dieciocho años, Pepito llega a Estados Unidos a vivir con su madre, experimenta además la exclusión del seno de una familia que es solo de su madre, de su esposo y de su hermanastra Melissa. Ellos están unidos por sus propias experiencias familiares y su comunicación es únicamente en inglés.

Por último, es de anotar que Hemil García Linares muestra en este libro un gran acierto al recrear para sus lectores el mundo generacional de su país natal, que puede ser el de cualquier país latinoamericano de los años 80, 90 y principios del 2000, donde la realidad de la violencia y la destrucción entre seres humanos, es suficientemente amplia, seria y perturbadora, como para cerrar los ojos y los oídos, tratando de ignorarla.




sábado, 22 de octubre de 2022

Crónica de una visita a University of Idado y reflexión sobre Cuentos del Norte, historias del sur

Crónica de una visita a University of Idado y reflexión sobre Cuentos del Norte, historias del sur 

Ayer viernes a la media noche llegué a Virginia luego de pasar cinco días en Moscow ,Idaho al otro lado del país en la parte noroeste. 

El motivo de la visita era una invitación a University of Idaho para hablar con los alumnos acerca de mis cuentos, hacer un mini taller de escritura creativa, hablar sobre mi método de composición y hacer una lectura en el Kenworthy Performing Arts Center. 

Llegar a Idaho fue todo una travesía. Viajé de Virginia a Seattle, Washington en un vuelo de cinco horas. Hice conexión de 45 minutos en avión a Pullman (Washington) y allí me recogió la profesora Marta Boris Tarre. Cruzamos del estado Washington a Idaho en quince minutos. 

Como anécdota quedó la impresión de ver tanta llanura y un aeropuerto regional (Pullman-Moscow) muy pequeño. Es tan pequeño que solo hay una aerolínea: Alaska Air (buen servicio). Moscow es un pueblo pequeño de 20 mil habitantes.

El martes visité a los alumnos de la profesora Boris Tarre y dicté un mini taller de escritura creativa e hicimos ejercicios de escritura.  

Por la tarde nos reunimos en un café para conversar con un grupo de alumnos de la profesora Ani Arreguín. 

En la noche, me llevaron a cenar. Pasé un momento agradable conversando con varios profesores de University of Idaho. 

El miércoles me tocó visitar a los alumnos de la profesora Ani Arreguín para hablar sobre mi cuento “Cartas y emails de my mother” que es parte de mi libro Cuentos del norte, historias del sur. Me hicieron muchas preguntas sobre el cuento y también sobre mi trabajo como escritor.

Por la tarde tuvimos una conversación en inglés sobre el proceso creativo de escritura con los colegas Shawn Vestal (de Spokane Washington) y Domenico Müllensiefen (Leipzig, Alemania). Una charla muy amena. 

El jueves visité otra clase de la profesora Marta Boris Tarre y los alumnos tenían tantas preguntas que casi no quedó tiempo para hablar del cuento “Cartas y emails de my mother”. Fue una charla muy participativa.

Al terminar la visita al campus. Fui a la biblioteca y doné dos copias de “Expedientes Morgue”. 

Por la noche leí el cuento “Un escritozuelo cualquiera” en español y en inglés. Agradezco al académico Gabriel Saxton-Ruiz por la traducción. El cuento “A Random Hack Writer” pronto saldrá en una antología en inglés justamente gracias al trabajo incansable de Saxton-Ruiz. 

El viernes regresá a casa en otro largo vuelo, pero me llevo el recuerdo Moscow y los estudiantes.

Gracias a las profesoras Rachel Halverson, Marta Boris Tarre, Ani Arreguín y Alexandra Teague por hacer posible mi visita a University of Idaho y por apoyar mi humilde trabajo como escritor. 

Gracias a mis viejos también por apoyar indirectamente que me dedique a literatura comprándome tantos libros e incentivándome a leer. Ha sido un camino duro y de resistencia para poder trabajar como escritor, pero aquí seguimos.  

Cuentos del norte, historias del sur

Publiqué este librito el 2010 sin pena ni gloria un librito de cuentos sin saber que me abriría la puerta de varias universidades. Solo mencionaré tres universidades que he visitado para hablar de mis cuentos:

-Grand Valley State University (2010)

-Commonwealth University of Virginia (2011)

-University of Idaho (2022)

Tampoco imaginé que el libro estaría en 32 bibliotecas en el mundo, entre ellas en universidades como Harvard, Yale, Columbia, Cornell, etc. También está disponible en Library of Congress y en universidades de Canadá, España, Japón y Alemania. 

Aquí la lista completa de dónde puedes encontrar Cuentos del norte, historias del sur.

https://www.worldcat.org/title/436973759

En University of Idaho un alumno me preguntó si le tenía un especial cariño a alguno de mis libros. Respondí que “Cuentos del norte, historias del sur” es uno de ellos. Porque me inspiró y empujó a seguir escribiendo e incluso a estudiar una maestría en español y literatura. 

He conocido gracias a este libro a muchas personas y también a algunos profesores que se han interesado en mis cuentos y me han abierto las puertas de sus universidades:

-Víctor Fuentes, académico español y profesor emérito de University of California.

-Natalia Gómez Linares (QEPD), académica española y profesora de Grand Valley State University. 

-Eugenia Muñoz Molano, académica colombiana y profesora en Virginia Commonwealth University. 

-Marta Boris Tarré, académica española y profesora en University of Idaho. 

-Ani Arreguín, académica mexicana y profesora en University of Idaho. 

Gracias a todos los que han leído Cuentos del norte, historias del sur.


Un abrazo fraterno. 

Hemil  










viernes, 21 de octubre de 2022

Hemil García Linares, autor invitado en University of Idaho

Desde 17 al 21 de octubre estuve como autor invitado en la Universidad de Idaho, específicamente en Moscow. Viajé siete horas en avión de Virginia a Seattle y de Seattle a Pullman en el estado de Washington, en el oeste de los Estados Unidos. 
El viaje fue posible gracias a la invitación del Departamento de lenguas de esa universidad y gracias a la gestión de la doctora Rachel Halverson y muy en especial a la profesora Marta Boris Tarre. Mi agradecimiento a ellas y también a las profesoras Alexandra Teague y Ani Arreguín.
Finalmente, gracias a los estudiantes de la Universidad de Idaho por haber leído mis cuentos, por su calidez y por todas las preguntas que me hicieron. 
Me llevo el cariño de los estudiantes, la estima de los profesores y la memoria de un pueblo pequeño como Moscow cuyo gente es muy cordial. 


Día 1
Hoy visité la clase de la profesora Marta Boris Tarre en University of Idaho. Conversamos con los alumnos sobre el cuento y su estructura. Fue una charla muy amena. Los alumnos habían leído un cuento mío previamente y conversamos sobre ese texto: Cartas y emails de my mother. El cuento ha gustado mucho y es el segundo semestre que lo estudian en las clases de español de esa universidad. 
También hicimos ejercicios de escritura creativa. 
Por la tarde salimos a tomar un café con los alumnos de la profesora Ani Alcocer, quien es de México. Hablamos de Rulfo, Poe y Sabato. 
Por la noche tuvimos una cena con varios profesores de los departamentos de idiomas, escritura creativa y periodismo y con los escritores Shawn V. y Domenico M. que también visitan la universidad. 
Moscow es una zona rural. Con decir que en la universidad hay caballos y ganado. Tienen entre sus principales facultades las de agronomía y veterinaria.
También tienen entre sus múltiples programas una facultad de escritura creativa. 
Hoy pude donar dos copias de mi libro de cuentos “Expecientes Morgue” a la biblioteca de la universidad. 
Mañana me toca visitar la clase de la profesora Ani Alcocer por la mañana. Por la tarde los escritores invitados hablaremos sobre nuestro proceso creativo. 
Un día largo pero fructífero y lleno de mucha literatura. 
Gracias y un abrazo

Dia 2

Hoy tuvimos una conversación amena con los alumnos de la universidad de Idaho respecto a nuestro método de composición, a qué nos dedicamos aparte de la literatura y por qué escribimos. 
Nos presentó la doctora Halverson y la profesora Alexandra Teague hizo de moderadora. 
En las fotos aparezco con las profesoras Ani Arreguín y Marta Boris Tarre. 
Mañana a las 7:00 pm haré mi última presentación leyendo el cuento “Un escritorzuelo cualquiera” en inglés y en español.

Día 3

Esta fue mi última noche en Moscow, Idaho y tuvimos una lectura con un gran número de asistentes en el Kenworthy Performing Arts Center. Leímos nuestros textos en español y en inglés en mi caso y los otros autores en inglés y alemán. 
Ha sido una grata experiencia mi visita a Idaho.
Por la mañana visité University of Idaho por última vez y conversé con otra clase de la profesora Marta Boris Tarre. Su alumnos me hicieron muchas preguntas y tuvimos una charla muy fluida. 
Agradezco muchísimo a las profesoras Boris Tarre, Arreguín y Teague. También a la jefa del departamento de lenguas, la doctora Halverson por hacer posible mi visita.
Fue un placer hacer lecturas con los colegas Shawn Vestal y Domenico Müllensiefen. 
El modus vivendi en esta parte noroeste del país es más calmado que en la a veces caótica Northern Virginia, pero esta es mi ciudad y ya siento que quiero volver. 
Hasta pronto y gracias nuevamente.