sábado, 8 de octubre de 2016

Natalia Gomez Linares, poeta vasca fallece en Michigan a la edad de 50 años

Esta tarde (Octubre 8 de 2016) estaba en escuchando una charla sobre el Quijote y la poesía cuando me enteré que Natalia Gómez Linares, mi querida hermana literaria nos ha dejado tras una valiente batalla (muy típico de ella) contra el cáncer. Tuve que salirme de la charla para poder llorar en el pasillo. 
Le he agradecido muchas veces a Natalia (y nunca ha sido suficiente) por haberme ayudado a descubrir mi camino en la literatura con su ejemplo.
Conocí a Natalia el 2009 cuando me invitó a dar una charla magistral a Grand Valley State University. Pasé un par de meses preguntándole porqué me había invitado si yo era (y soy) un desconocido total. Antes habían invitado a Ernesto Cardenal. Natalia, hasta hoy atesoro cada una de las razones que me diste, algunos de ellas muy creativas (¿Qué más podía esperar de una poeta sensible como tú?).
Natalia era así de solidaria no solo con sus amigos sino con el prójimo. Creía en la justicia e igualdad promoviéndola con actos.
Me brindó su amistad y me dio consejos de manera respetuosa. Siendo una académica con un PhD bajo el brazo nunca me habló como tal, sino como una pedagoga que sabe guiar. Me aconsejó que haga una maestría, de manera muy sutil. Tenía mucho tacto y hasta recuerdo sus palabras: te vendría bien una maestría. Mira cómo lo han pasado los estudiantes con tu charla.
El 2009 mientras íbamos en su coche y Natalia me decía que manejaba fatal. Recuerdo que nos perdimos. En el camino ella observaba con atención los tonos y colores de las hojas. Le conté que trabajaba en el mundo de los negocios y que nadie sabía que yo era escritor. Natalia me hizo reír: “qué interesante. De día vas a trabajar con traje y corbata y no saben que escribes. De noche escribes y son otras personas las que saben que tu oficio. Es como tener dos identidades. Podrías escribir sobre eso…”. 
Natalia apoyó todos mis proyectos literarios e incluyó mis libros en sus clases. Tuve el honor de tenerla como autora en dos antologías y lamentablemente el 2012 no pudo ir Perú ni venir a Virginia para las presentaciones por motivos de salud. 
Admiré (y admiro) en Natalia su fuerza para luchar y determinación. Me contó una vez que un familiar le había dicho que ella era como un martillito que seguía dando golpecitos y golpecitos sin parar hasta lograr metas y objetivos. 
Natalia siempre fue una persona muy intelectual y su prestigio académico nunca afectó su amabilidad y sencillez, algo que no siempre ocurre en el mundo académico.
Hace un tiempo me emocionó que ella (la gran estudiante, la que obtuvo una beca Guggenheim, la profesora titular de GVSU, la poeta publicada) compartiera conmigo un cuento inédito y me pidiera consejo. Una intelectual como ella que fue una mentora y que me vio avanzar poco a poco desde el 2010, el 2015 confió en mí para revisar un texto suyo (muy emotivo, por cierto) que aun atesoro conmigo. Ella que hizo tanto por mí, me pidió un favor (para mí no era tal cosa, por el contrario, era un honor y una alegría porque ella sabía mucho de literatura). Esa sencillez es propia de un intelectual y académico auténtico. En mi corta vida como docente he aprendido que un académico es solamente un estudiante avanzado y que puede aprender de sus alumnos.
Natalia hizo mucho por su universidad GVSU, por la poesía, la literatura y su comunidad. Nos deja una gran amiga, una persona que adoraba a su familia, sus amigos, estudiantes, su profesión, la poesía. Su ausencia hoy, naturalmente, me causa una profunda tristeza. Pero sus libros, obra y ejemplo de vida me dan esperanza. Hoy leeré sus poemas y acariciaré la tapa de sus libros.
Hoy en Virginia ha habido “una tarde de aguacero” (parafraseo al gran Vallejo, poeta a quien Natalia amaba hasta el punto de ir a “visitarlo” en Santiago de Chuco) y Natalia se ha ido y está ahora recitando con Vallejo y continua hablando el lenguaje maravilloso de la poesía. Hoy por la tarde mientras llovía en Virginia y regresaba a casa para abrazarme con mi esposa e hija, me aferraba al volante llorando la ausencia que nos deja la poeta vasca.
Adiós “prima” Natalia y compañera de lucha literaria (Yo sé que tú entiendes esta palabras que hemos usado desde el 2009 hasta hace apenas un mes y medio).Nos vas a hacer mucha falta. Gracias por haberme permitido ser tu amigo, llevarme a tu casa, a Grand Valley State University, conocer a tu hermosa familia y haberme ayudado a encontrar este camino que ahora sigo.
Tu amigo, alumno y colega.
Hemil