jueves, 29 de enero de 2009

SOBRE, " LA VIRGEN DE LOS SICARIOS" DE FERNANDO VALLEJO


“La Virgen de Los Sicarios" de Fernando Vallejo

Antes de leer “La Virgen de Los Sicarios” debo reconocer que tuve prejuicio para decidirme a comprar el libro y el temor subsiguiente que se me cayese de las manos como pasa muchas veces con libros de los cuales se comenta mucho generando expectativa.
¿Por qué el prejuicio?, porque Fernando Vallejo es Colombiano (nacionalizado Mexicano) por lo cual resultaba inevitable comparar y preguntarse, ¿Será este autor tan bueno como Gabo?
Y sé que no debiera tener prejuicios pero el ser humano siempre los tiene y aunque muchas actitudes en mi vida hayan sido salvajes y nada racionales quiero pensar que aun soy un ser humano.
Me pasa lo mismo cuando encuentro un autor argentino y pienso inmediatamente en Sábato (me considero Sabatiano antes que Borgiano), y la pregunta se cae solita como un pera madura, ¿Será este libro tan bueno como “El Túnel”?
Venciendo el letargo decido navegar el internet y encuentro muchos comentarios sobre “La Virgen de Los Sicarios”, que dio lugar asimismo a una película del mismo nombre que incluso puede ser rentada aquí en los Estados Unidos bajo el titulo “Our Lady of Assassins”.
Leí comentarios alturados sobre la manera directa de narrar y describir el contexto colombiano muy lejos del realismo mágico de García Márquez y de sus “Abuelitas volando” y sus genealogías construidas obsesivamente como dice con sorna Fuguet en su artículo “No Soy un Mágico Realista (I am not a Magic Realist)”.
Del mismo modo encontré comentarios de algunos lectores europeos y de otros países muy alejados de la tierra del vallenato, sus guapas mujeres y el buen café. La interrogante general era,
¿Ocurren tantos crímenes en Colombia? ¿Es cierta toda esa violencia que describe Vallejo o es una exageración? Y en varios blogs más de un ciudadano colombiano respondía que era una exageración, que Vallejo era sensacionalista y que Colombia tiene otros problemas y virtudes de la cual se debían hablar. De hecho Colombia tiene muchas virtudes (entre ellos tener grandes escritores) pero debemos partir de un primera premisa para entender al artista. El autor no está haciendo un informe ni un reportaje cultural ni turístico. Vallejo quiero contar una historia. ¡Y vaya que historia!
Tantos comentarios a favor y en contra del autor bastaron para ir a la librería que queda(a dios gracias) frente a mi trabajo y para suerte mía encontré un único ejemplar de “La Virgen de Los Sicarios” y con un precio al cual no se le podía decir no. Las 127 páginas me dejaron satisfecho. Su crudeza y lenguaje directo no admite discusiones, una narración sobre los sicarios ( esos niños-hombre que existen en las comunas “ barrios pobres” que menciona el autor) no podía ser escrita con una prosa de pincel a lo Benedetti ni mucho menos de manera densa y obsesivamente pulcra a lo Borges. No, tenía que decirse e de frente y de manera violenta como de un solo tiro.
El libre es lineal, simple (en el buen sentido) y carente de esos flashback efectistas y cambios de tiempo que a veces pueden marear al lector. Las imágenes para describir a Alexis, el niño sicario que es una suerte de ángel vengador que asesina personas sin razón aparente son claras y magistralmente pavorosas, “El vacio de Alexis, mas incolmable que el mío no lo llena una recolector de basura”.
El libro es digámoslo claramente desolador, el personaje principal, un homosexual adulto recorre las calles de Colombia al lado de Alexis, los dos como almas en pena o como viudas negras acechan como la muerte misma. Pero aun en medio del desamor al prójimo, el personaje principal es una suerte de narrador-cámara (A lo Hemingway) con un movimiento constante y en cierto punto harto de ser un espectador narra no solo el horror de lo que ve sino también el dolor propio, “rogándole al cielo que nos hiciera el milagro de volver a ser. A ser lo que fuimos. Ya no soy yo Virgencita, tengo el alma partida”.
El autor entrecruza el humor negro y la frialdad asesina para narrar. De manera imperceptible nos hace creer que ambos humor y narración pueden ser una misma cosa, un todo, un vaso comunicante que trae consigo un trago amargo que causa diablos azules a quien lo prueba.
En una parte de la novela el narrador y Alexis se bajan de un taxi molestos porque el taxista no accede a bajar el volumen de la radio y que encima les “remachó” (mentó) la madre.
“Se bajan hijueputas”, dice el taxista y el narrado continua, “de los mencionados hijueputas, yo me bajé humildemente por la derecha, y Alexis por la izquierda: por la izquierda, por sus occipital o hueso posterior, trasero, le entró el certero tiro al ofuscado, al cerebro, para que se le pase la ofuscación”.
Más allá de la dureza del relato también temas como el amor (el amor perverso del narrador), la violencia entre las comunas, la rebeldía y queja ante la ausencia de Dios están presentes. Y cómo no la denuncia social y política está implícitas y llevan al lector por las calles de Medellín ( Medallo como les dicen en la novela) describiéndola, “ al atardecer nuestras montañas son tan nítidas, tan resaltadas, que haga de cuenta usted que la recortó un niño con unas tijeras de una foto del Colombiano. EL Colombiano es el periódico que nos da los muertos,: tantos hoy, ¿ mañana cuántos?) Si señor, Medellín en la noche es bello. ¿ O bella? Ya ni sé. Nunca he sábado si es hombre o mujer”.
¿Exagera el autor? ¿Mezcla la realidad con la ficción?
¡Pues claro que la mezcla!, después de todo el que escribe es un narrador, inventa, recrea historias , no es ningún policía que tiene que hacer un reporte acucioso( el occiso presenta herida punzocortante a tres centímetros y medio del occipucio ) o una contador al cual los números tienen que quedarle exacto al final del cuadro estadístico( tenemos 8,843 dólares al debe y un centavo al haber).
A favor del autor Fernando Vallejo (a quien no conozco y tal vez jamás llegaré a conocer,) podemos decir que cita hechos reales: tras la muerte de Pablo Escobar, los sicarios se quedaron sin trabajo y echados a su suerte. Esto es algo que también comenta Mark Bowden, autor del libro “Killing Pablo”. Bowden narra que Pablo Escobar mató jefes de policía, jueces, candidatos presidenciales y derribó un avión comercial en pleno vuelo. Todo son hechos reales (y no maravillosos) lo cual prácticamente valida de algún modo que lo que propone Vallejo desde su
“realidad”. Su obra no es necesariamente producto de la afiebrada mente el autor. Claro existen matices literarios, recursos que se usan y que son perfectamente validos. El narrador no trata de mostrar la realidad sino mostrar su propia percepción o si se quiere deformarla ad libitum (a voluntad).
Finalmente para dar soporte a lo expuesto podríamos citar a Mario Vargas Llosa quien en una auto-entrevista en la cual se desdobla como periodista y aclara si exagerar o añadir anula una obra:
-Una novela es una historia que no ha ocurrido, que ocurre en el papel… Las grandes novelas están consteladas de mentiras históricas. –No entiendo, señor Vargas Llosa, esto me resulta confuso. ¿Podría darme ejemplos? –Sí, hay grandes novelas que han mentido flagrantemente respecto a la historia pero cuya verdad literaria es fuerte y se ha impuesto a la historia.–Deme usted un ejemplo...– La guerra y la paz de Tolstoi. Las guerras napoleónicas en Rusia. Los historiadores han demostrado que hay infinidad de inexactitudes, que se alteró la historia, que se inventó los personajes. ¿Ud. ha leído la guerra y la paz?, pregunta al periodista. Luego añade en forma contundente: Léala. Tiene un poder persuasivo.

viernes, 23 de enero de 2009

LOS ESCRITORES Y SUS DEMONIOS



Los escritores y sus demonios.

A priori y visto externamente escribir pareciera ser no sólo una profesión interesante sino también un pasaporte a un mundo de glamour, rodearse de colegas que comparten un mismo sentir “ intelectual” y claro ver su nombre en blogs, periódicos y demás lugares para ensalzar el ego del que escribe.
Es innegable que existe ego en publicar (y en general realizar cualquier actividad artística o no con relativo éxito) pero también habitan en el ser humano culpas, traumas, demonios y otras fuerzas externas que casi obligan al autor a escribir. Podría sonar arbitrario este comentario si lo leyese digamos mi profesor de Literatura Bob Bausch del Northern Virginia Community College quien señala que al contrario de muchos escritores manifiesta tener una familia feliz y normal. Y dicho sea de paso es un buen escritor con ya reconocido prestigio.
Pero a la largo de la historia existieron (y existen) autores y artistas que pareciera decidieron escribir para menguar un dolor interno o hacer de sus propios infiernos un lugar más habitable dentro de lo posible y tolerable. Podríamos citar de los Clásicos griegos en la Apología de Sócrates (Librería “El Ateneo” editorial, Pág. 98) a Ion, el rapsoda que le dice a Sócrates, “Porque si he de hablarte con franqueza, te aseguro que cuando declamo algún pasaje patético, mis ojos se llenan de lagrimas, y que cuando recito algún trozo terrible o violento, se me erizan los cabellos o palpita mi corazón”. Y Sócrates líneas adelante le contesta, “Un poeta está ligado a una musa, otro poeta a otra musa, y nosotros decimos a esto estar poseído, dominado puesto que el poeta no es sui juris sino que pertenece a la musa”.
Jean Arthur Rimbaud es sin duda un escritor que no en vano se le consideró uno de los “poèts maudits” (Poetas Malditos). Su obra Una Temporada en el Infierno pareciera ser la confesión de una persona torturada, la de un adolescente que se debate en la pasión por la poesía y su pasado religioso del cual pretende escapar. Su arte pareciera ser una suerte de canalizador del dolor que experimenta, “Somos Muchos los condenados aquí abajo” o “Muero de sed me ahogo, no puedo gritar. Es el infierno, ¡la pena eterna! ¡Miren cómo se reaviva el fuego! Ardo como es debido. ¡Vamos demonio!” (Editorial Long Seller, Pag. 49).
La historia, “La Metamorfosis” de Kafka quizás sea el más claro ejemplo de los torturas interiores por la que atraviesan los artistas. Gustav Janouch en “conversaciones con Kafka”, señala que cuando le preguntó al autor porque las palabras Samsa( el personaje) y Kafka se parecían (ambas nombre tienen cinco letras y la S y la F se repiten en la misma posición), Kafka negó todo para irse. Después le confesaría a Janouch que escribía sobre el horror de su propia sombra.

Por su parte Ernesto Sábato mencionó en Abbadon el Exterminador (Editorial Sudamericana Pag 162-163) que las fuerzas del mal poseían a los grandes artistas, “ Blake, Milton, Dante, Rimbaud, Lautremont, Sade, Strindberg, Dostoievski, Holderlin, Kafka. Son los que suenan por los demás. Están condenados, entender, CONDENADOS a revelar los infiernos”. Líneas seguidas habla sobre Dante Alighieri, “Los tipos que lo veían pasar por las calles de Ravena, silencioso y flaco, comentaban en voz baja, con sagrado recelo: ahí va el que estuvo en el infierno. ¿Sabias eso? Palabras textuales. No hacían metáfora: esa gente creía que Dante había estado en el infierno”.

¿Existe alguna razón lógica para que genios de la literatura como Dante o Rimbaud hayan tenido vidas tormentosas y que sus obras que hablan temas oscuros, espirituales y demoniacos al mismo tiempo, hayan logrado ser libros de culto?. Es innegable que todos estos autores encierran un misterio, que sus vidas parecían ser mas una pesadilla, algo muy lejos de lo que uno imagina es la vida de un escritor o un artista. Hemingway ( fue alcohólico, sufrió quemaduras que le impidieron recibir su premio Nobel y se suicidó), Rimbaud( murió presa de terribles dolores y con una pierna amputada), Arguedas( huérfano de madre a tempranisima edad, sufrio depresiones de adulto y se suicidó), o Reinaldo Arenas( torturado y encarcelado por el dictador Castro , falleció con HIV en New York) ratifican que muchas veces los artistas tienen vidas atormentadas y también muertes no muy apacibles. Los afirmaciones y citas textuales de los autores son bien claras respecto a de dónde viene su arte. Aceptarlo o no es debatible, pero en todo caso los autores de hoy a su modo y en su propio tiempo podrán afirmar que fuerzas inspiradoras los llevan a escribir y si coinciden con lo que los genios mayores de la literatura aseveran como verdad absoluta.

Hemil García
Virginia, Enero 23 del 2009