domingo, 25 de agosto de 2013

“Los de abajo” de Mariano Azuela

En cuatro ocasiones casi sucesivas he estado en el aeropuerto Benito Juárez pero nunca he podido conocer el DF. Hasta he escrito un cuento totalmente ambientado en el DF, apenas imaginándola a través de textos mexicanos. La librería Gandhi del Fondo de Cultura Económica es mi refugio en el aeropuerto de el DF. Adquirí allí esta novela corta del maestro Mariano Azuela: “Los de abajo”. Me ha impresionado la pluma de Azuela para narrar el dolor de México en medio de la revolución que ha sido fuente de inspiración para novelas, ensayos y películas. Nota: la obra "Los de abajo"( 1916) me hizo recordar a la novela"Los olvidados"(1944) de Jesús R. Guerrero por el tema de la Revolución Mexicana.La novela de Azuela bien pudiera haber servido de influencia para el escritor michoacano R. Guerrero. Azuela vivió de manera fidedigna el horror de la guerra al igual como lo hizo Walt Whitman durante la Guerra Civil. Presenciar el horror de la guerra es lo que confiere a la novela “Los de abajo” la autoridad de ser una novela creíble. Si a ello le sumanos la prosa ágil, el conflicto despiadado, la descripción de quien conoce a los hombres de a pie , entonces, tenemos los elementos para tener un libro imprescindible que permite conocer la historia de México. La contraportada del libro dice a la letra: “Durante la Revolución mexicana, Mariano Azuela fue médico de la facción comandada por Francisco Villa, de ahí que algunas de sus más notables obras literarias estén inspiradas por aquellos hechos de armas. De entre ellas, Los de abajo, redactada en 1915 en El Paso (Texas), sintetiza admirablemente lo que el escritor pensaba de la Revolución y cómo él mismo vio su fuerza destructora. Se trata de una historia descarnada, concebida con la sinceridad y la valentía de un hombre que nunca cedió a la tentación de adornar artificiosamente o de falsear los acontecimientos , y escrita con un lenguaje directo que aúna la belleza a la sencillez”.

“ Agua mi niño” El Tri de México y la cervecería La curva

Algunas extrañas coincidencias siempre me remiten al aeropuerto Benito Juárez por cuarta vez sin que haya podido conocer el DF( materia pendiente). Siempre he querido ir a División del norte y avenida Coyoacán y ver dónde quedaba la cervecería La curva( Alex Lora dixit). Según la letra de “ Agua mi niño” Fidel era el que servía las chelas y los tragos. Una vez, un ex compañero de trabajo que era del DF me dijo que tal cervecería La curva nunca existió. Entonces siempre me quedó la duda. Recientemente, un amigo mexicano a quien llamaré G quien vive en el DC desde hace cincuenta años me dijo que La curva sí existió. Es decir mi ex compañero de trabajo no conoció La curva por una cuestión generacional. Pero La Curva fue ( y es) un sitio real.Es más, allí tocaba El Tri. El tal Fidel es un hombre de carne y hueso y el grito de guerra para pedir una chela era “ Agua mi niño”. Hace unos días salió esta simpática nota sobre la mítica cervecería: http://www.eluniversal.com.mx/notas/766951.html ¡ División del norte y avenida Coyoacán , cervecería La curva…!

miércoles, 7 de agosto de 2013

De nómada a profesor...

Desde mi llegada a Estados Unidos he pasado por diferentes etapas. Fui leñador, vendedor de autos, bróker y me he comido el cuento del American Dream bien acompañado de un slice de pizza, soda y apple pie. He estado en el mundo de los negocios y el marketing desde 1994, siempre ocultando mi pasión por la literatura. Es que en el mundo de los números y las finanzas, el soñador ni el romántico tienen cabida. Pero la literatura ha ido imponiéndose de manera silenciosa y ha terminado por salvar –lo digo literalmente-- mi vida. Creo que las páginas de un libro pueden reconfortarte y por medio de la catarsis ,liberarte de ataduras, miedos y demonios. En el 2009 cuando empecé a escribir seriamente, un compañero de trabajo vio en línea que yo era escritor y yo lo negué. “Pero yo he visto en tu pared de Facebook que dice escritor fulanito se presenta en la universidad X en Michigan”, me dijo mi colega. Entonces me entró pánico porque creo que en el 2008 una de las razones por la cuales eliminaron mi puesto laboral fue, entre otras cosas, por razones extra laborales. Recuerdo a mi ex jefe diciéndome: “tengo que reducir el tamaño la empresa para llevar a la bancarrota el negocio que creó mi padre”. Le dije a mi jefe que no se preocupe aunque tenía una angustia grande porque supe recién lo que ya medio país sabía: la recesión golpeaba a todos. Lo que no me consoló nada fue lo que digo al final: “Además es mejor que busques algo acorde con lo que te gusta, algo relacionado con la escritura”. Volviendo al tema del colega quien vio en internet que yo era escritor… Le dije a mi compañero de labores que se trataba de una broma y él insistió: aquí en Facebook no dice que es broma ni nada por estilo. Entonces salí al paso ingeniosamente aunque nervioso: ¿y desde cuando uno anuncia: atención, voy a hacer una broma ahora? Todo quedó aclarado y al día siguiente ya repuesto del susto, viajé a Michigan para dar una charla magistral(lo invitación a Michigan era real) ante mi propia sorpresa: Un inmigrante peruano sin notas sobresalientes invitado a una universidad del extranjero como autor. ¡El 2008 habían invitado a Ernesto Cardenal! Sí, de joven yo no fui un gran estudiante y desperdicié buenos momentos y oportunidades. Hasta los nueve años yo fui un alumno y un deportista ejemplar. Nadie (sólo yo) entendía qué pasó con ese niño despierto y aplicado. Es que el mundo cuando te queda grande, cuando es ancho y ajeno, ya no te importa. Y me dejó de importar por mucho tiempo. Fue recién el 2007 que empecé a tomar clases . On and off como dicen aquí en Estados Unidos. El 2008 publiqué un par de cuentos y trabajé en mi primer libro. El 2009 cuando me presenté en la universidad GVSU, N. Gómez (la poeta y “compatriota” vasca) me dice que debo hacer mi maestría. Así fueron surgiendo otros profesores como S. Bedere, R. Berroa, E. Muñoz, V. Fuentes que me brindaron su aliento y amistad también. Arrinconado intelectualmente y sin escapatoria por tantas buenas personas y mi familia empecé el 2012 mi maestría en George Mason. Ha pasado un año de esfuerzo, arduos ensayos y lecturas. Finalmente he visto plasmado lo que quería lograr: George Mason me ha dado la oportunidad de enseñar en sus aulas. Me han dado un Graduate Teaching Assistanship. Luego de décadas de búsqueda encuentro lo que quería ser. Por accidente o por terquedad. Provengo de una familia de inmigrantes (desde siempre). Soy hijo de la oleada de migrantes que los 60’s llegó a Lima. Soy “Un niño de Junto al Cielo” (magistral cuento de Congrains Martins). Nací en Lima pero mis padres son de la sagrada tierra del Cuzco, de un pueblito llamado San Jerónimo donde los apellidos incas como Tisoc o Tupac Yupanqui se mezclan con apellidos vascos, cantábricos, y aragoneses como García, Astete,Vera, Bellota, Linares, Aragón, Usandivaras( el apellido de Clorinda Matto de Turner, prima de nuestra abuela Flora). Ha pasado más de una década desde que dejé mi patria (para siempre) y he vuelto a ser el estudiante con notas muy altas. Creo ser el primero miembro de mi familia en Estados Unidos que hace una maestría (espero no ser el último). Tengo 42 pero me siento joven mental y físicamente. No importa ya lo que no hice o dejé de hacer. No importa ya si pude hacer hecho lo mismo en mi patria. Porque los 90’s para mi eran épocas de lucha interior, la presión de estudiar lo misma vaina que tu papá; los 90’s fueron tiempos de sobrevivencia y no es fácil salir de la vorágine que te atrapa y retrasa. Yo tuve que ser mochilero, rockero improvisado, asiduo de los estadios de fútbol, peleador, de conciertos, de viajes y campamentos, para llegar a ser yo. Soy un nómada que se va convirtiendo en profesor. Yo no pude ser ni podré ser lo que otros deseaban para mí. Uno debe encontrar su camino o morir en el intento. Hoy: yo sólo quiero escribir y enseñar talleres aunque ello implique hacer esos “sacrificios” económicos que tanto terror nos causan. Por eso, porque quiero y puedo , dejo atrás mi actual trabajo y empiezo una nueva aventura en el mundo académico. Yo vine a Estados Unidos para lograr estabilidad económica y de alguna manera lo logré y ahora huyo un poco del American way of Life para experimentar algo más embriagador: el goce en la literatura. Nunca es tarde para retomar el camino perdido. Ero cierto lo que decían los antiguos: todos los caminos conducen a Roma. Gracias por estar allí.