viernes, 27 de febrero de 2009

William Faulkner y Juan Rulfo,¿Cómo escribir una novela?


William Faulkner y
Juan Rulfo
¿Cómo escribir una novela?
De joven alguna vez pensé (el verbo en pretérito aparece propósito en negrita) que escribir era producto puro de la inspiración y la técnica, que el día menos pensado una musa me poseería estando en plena bacanal en algún lugar de Barranco(Lima) y diría: “Señores, discúlpenme que me vista y me vaya pero tengo que escribir un cuento pues en este preciso momento estoy inspirado”.
Creí del mismo modo (la ignorancia sí que es atrevida) que el alcohol podría ser fuente inspiradora. Un amigo poeta a quien llamaba con aprecio Jean Paul (por nuestro mutua simpatía hacia el escritor de “El Muro”) me contó cierta vez que se tomó una botella grande de cerveza para poder concentrarse y liberar las musas creadoras. Cuenta Jean Paul que despertó horas más tarde cuando los gallos ya cantaban y que apenas había escrito tres líneas: “Poema sin Titulo”.
Resacas posteriores propias de este servidor y cuentos pesímamente escritos me confirmaron que el arte de escribir navegaba por otras aguas. Entendí que el vino o la cerveza pueden ser compañeros eventuales para escribir pero que no garantizan éxito alguno y peor aún que su exceso puede aturdir hasta al más grande genio (la lista de escritores alcohólicos fallecidos es larga).
El 2003 retomé el hábito de escribir (luego de un equívoco retiro voluntario en 1997) y desde aquella época han pasado horas, días meses, años de leer, botar papel tras papel y momentos en los cuales quise dejar de escribir nuevamente pero por alguna razón no pude. Recién este 2009 mi primer libro (una simple antología de cuentos) verá la luz. Este largo periplo me obliga a citar con reverencia (y envidia sana) a grandes escritores como García Márquez, Vargas Llosa, Sabato, Hemingway, Steinbeck, Poe, y Faulkner. Quizás me haya demorado una década en entender que el trabajo laborioso también puede generar frutos y que escribir diariamente es bueno como dice Gabo, “para tener la mano caliente”.
Reviso algunas entrevistas de autores consagrados y al leerlos, pese a ellos vivir en diferentes espacios y tiempos coinciden en algo: hay que trabajar arduamente en los escritos para que pueden tener vida propia y que no hay caminos cortos para ser escritor.
Aquí parte de una reveladora entrevista a William Faulkner y fragmentos de “El desafío de la creación” de Juan Rulfo.
ENTREVISTA A FAULKNER
-¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?
-99% de talento... 99% de disciplina... 99% de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra.-¿Qué técnica utiliza para cumplir su norma?
-Si el escritor está interesado en la técnica, más le vale dedicarse a la cirugía o a colocar ladrillos. Para escribir una obra no hay ningún recurso mecánico, ningún atajo. El escritor joven que siga una teoría es un tonto. Uno tiene que enseñarse por medio de sus propios errores; la gente sólo aprende a través del error. El buen artista cree que nadie sabe lo bastante para darle consejos, tiene una vanidad suprema. No importa cuánto admire al escritor viejo, quiere superarlo.-Entonces, ¿usted niega la validez de la técnica?
-De ninguna manera. Algunas veces la técnica arremete y se apodera del sueño antes de que el propio escritor pueda aprehenderlo. Eso es tour de force y la obra terminada es simplemente cuestión de juntar bien los ladrillos, puesto que el escritor probablemente conoce cada una de las palabras que va a usar hasta el fin de la obra antes de escribir la primera.-Usted dijo que la experiencia, la observación y la imaginación son importantes para el escritor. ¿Incluiría usted la inspiración?
-Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto.-Y, ¿en cuanto a la función de los críticos?
-El artista no tiene tiempo para escuchar a los críticos. Los que quieren ser escritores leen las críticas, los que quieren escribir no tienen tiempo para leerlas. El crítico también está tratando de decir: "Yo pasé por aquí". La finalidad de su función no es el artista mismo. El artista está un peldaño por encima del crítico, porque el artista escribe algo que moverá al crítico. El crítico escribe algo que moverá a todo el mundo menos al artista.

“EL DESAFIO DE LA CREACION” POR JUAN RULFO
Todo escritor que crea es un mentiroso, la literatura es mentira; pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.
Considero que hay tres pasos: el primero de ellos es crear el personaje, el segundo crear el ambiente donde ese personaje se va a mover y el tercero es cómo va a hablar ese personaje, cómo se va a expresar. Esos tres puntos de apoyo son todo lo que se requiere para contar una historia: ahora.
Cuando yo empiezo a escribir no creo en la inspiración, jamás he creído en la inspiración, el asunto de escribir es un asunto de trabajo; ponerse a escribir a ver qué sale y llenar páginas y páginas, para que de pronto aparezca una palabra que nos dé la clave de lo que hay que hacer, de lo que va a ser aquello. A veces resulta que escribo cinco, seis o diez páginas y no aparece el personaje que yo quería que apareciera, aquél personaje vivo que tiene que moverse por sí mismo. De pronto, aparece y surge, uno lo va siguiendo, uno va tras él. En la medida en que el personaje adquiere vida, uno puede, por caminos que uno desconoce pero que, estando vivo, lo conducen a uno a una realidad, o a una irrealidad, si se quiere. Al mismo tiempo, se logra crear lo que se puede decir, lo que, al final, parece que sucedió, o pudo haber sucedido, o pudo suceder pero nunca ha sucedido.
La novela, dicen, es un género que abarca todo, es un saco donde cabe todo, caben cuentos, teatro o acción, ensayos filosóficos o no filosóficos, una serie de temas con los cuales se va a llenar aquel saco; en cambio, en el cuento tiene uno que reducirse, sintetizarse y, en unas cuantas palabras, decir o contar una historia que otros cuentan en doscientas páginas; ésa es, más o menos, la idea que yo tengo sobre la creación, sobre el principio de la creación literaria; claro que no es una exposición brillante la que les estoy haciendo, sino que les estoy hablando de una forma muy elemental, porque yo les tengo mucho miedo a los intelectuales, por eso trato de evitarlos; cuando veo a un intelectual, le saco la vuelta.


viernes, 13 de febrero de 2009

¿Por qué deberían otorgarle el Nobel de Literatura 2009 a Ernesto Sábato?



¿Por qué deberían otorgarle el Nobel de Literatura 2009 a Ernesto Sábato?
Ernesto Sábato, que duda cabe, es uno de los más grandes escritores argentinos de todos los tiempos y reconocido a nivel mundial, su prosa elegante y sus obras lo respaldan para poder obtener el premio Nobel. No es mi intención desmerecer a los otros nominados(los españoles Francisco Ayala y Miguel Delibes) quienes tienen meritos propios, sino explayarme sobre los motivos por lo que Sábato debería ser el elegido.
Destacar primero que Ernesto Sábato no incursiona en el ámbito literario por un afán de éxito ni reconocimiento (siempre detestó los círculos literarios), por el contrario, su amor por el arte y la literatura lo alejaron de eso ridícula ilusión que llamamos “éxito”, pues el escritor argentino tenía un doctorado en Física, ciencia que abandonó para dedicarse a escribir. Becado en Francia y USA, el escritor argentino contaba con un futuro promisorio. Uno de los alumnos de Sábato fue Mario Bunge, el conocido científico cuyos libros quizás muchos han leído en la educación secundaria especialmente en Sudamérica. Tal fue el impacto que causó su retiro de las ciencias que más de un científico le quito el habla por la barbaridad de dedicarse a escribir.
En lo social quizás lo más destacable sea que el 29 de diciembre de 1983 Ernesto Sábato fue elegido Presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de personas (CONADEP), gracias a su honestidad y espíritu crítico. Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas (Eudeba, 1984), conocido mundialmente como Informe Sábato. El Informe Sábato es un testimonio de la desaparición y muerte de más de 30 mil personas durante la dictadura militar instaurada en Argentina desde fines de la década del 70' hasta principios del 80'. Luego de miles de testimonios y hechos pavorosos, la Comisión determinó una serie de recomendaciones para procesar legalmente a los responsables. Parte del prólogo del libro (escrito por Sábato) dice:
"...Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el período que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Únicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MAS en nuestra patria se repetirán los hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado..."
Quizás no muchos sepan (al menos fuera de Argentina) la importante labor social de Ernesto Sábato y su aporte para que muchos niños pueden ser liberados del látigo opresor que es la pobreza. Asimismo su fundación buscar preservar la cultura, el arte y luchar por los derechos humanos entre otras cosas (http://www.fundacionernestosabato.org/).
En más de una entrevista el escritor ha manifestado su esperanza y fe en los jóvenes. Esto pudiera parecer una contradicción (su fe en el futuro) puesto que sus novelas ni sus personas son un mensaje ni un canto de esperanza, todo lo contrario son fatalistas. Debemos que entender que la Ernesto Sábato-persona y Ernesto Sábato-escritor son, por momentos, entidades y energías distintas. Si bien los personajes Sabatianos son dementes, suicidas, o asesinos (y a veces los tres cosas al mismo tiempo), cada línea de su prosa es un análisis filosófico sobre la vida y el tiempo mismo:
En la soledad de mi estudio contemplo el reloj que perteneció a mi padre, la vieja máquina de coser New Home de mamá, una jarrita de plata y el Colt que tenía papá siempre en su cajón, y que luego fue pasado como herencia al hermano mayor, hasta llegar a mis manos. Me siento entonces un triste testigo de la inevitable transmutación de las cosas que se revisten de una eternidad ajena a los hombres que las usaron. Cuando los sobreviven, vuelven a su inútil condición de objetos y toda la magia, todo el candor, sobrevuela como una fantasmagoría incierta ante la gravedad de lo vivido. Restos de una ilusión, sólo fragmentos de un sueño soñado (fragmento de Antes del Fin escrito en 1998).
En 1995 fallece el primer hijo de Sábato en un accidente automovilístico y tres años después su querida Matilde(ver foto de ella con el escritor en la parte superior izquierda). Considero que a partir de lo que conocemos como dolor, los artistas arrancan desde muy dentro un demonio, una fuerza inusitada que se plasma en palabras, y es que a veces la pérdida de la vida de alguien amado no enseña a apreciarla más cada día. Honestamente considero que aquel que ha caminado por los senderos de los infiernos, por las cloacas de la miseria, y ha sido esclavo de sus propios vicios puede vivir más intensamente y disfrutar, digamos, el aroma de una flor. Pueden desmentirme los torturados (y todo aquel que haya acariciado la muerte) pero pese a ello me aferro a lo que afirmo.
La obra de Sábato es justamente una valoración y cuestionamiento del mundo en el cual vivimos y por más aparente desesperanza del escritor, este no se resigna al status quo y denuncia algo que aún hoy se sigue evidenciando y nadie ha podido detener:
"Nuestro planeta se encuentra en estado desolador, y si no se toman medidas urgentes va en camino de ser inhabitable en poco más de tres o cuatro décadas. El oxígeno disminuye de modo irreversible por el ácido carbónico de autos y fábricas, y por la devastación de los bosques. El hombre necesita de los árboles para vivir. Parecen no saberlo o no importarles a quienes están talando las selvas del Amazonas y las grandes reservas del mundo. Los países desarrollados producen cuatrocientos millones de toneladas por año de residuos tóxicos: arsénico, cianuro, mercurio y derivados del cloro, que desembocan en las aguas de los ríos y los mares, afectando no sólo a los peces, sino también a quienes se alimentan de ellos. Sólo unos pocos gramos de intoxicación son mortales para el ser humano" (Antes del Fin).
Su magistral obra El túnel, recibió críticas entusiastas nada menos que de Albert Camus, que lo hizo traducir por Gallimard al francés. En esta novela intensa el desaliento y la difícil adaptación a una época moderna y de cambios agobia a su personaje Pablo Castel quien vive aislado del mundo y que confiesa desde los barrotes de una cárcel que mató a la única persona que lo entendía. La obras de Sábato con marcado corte existencialista sin duda marcaron una etapa dentro de la literatura de su país: Antes del Fin, Abaddon El Exterminador (¡En 1,974 Sábato hablaba de diablos, posesiones y gnosticismo!, tal como lo hacen hoy escritores como Dan Brown, pero es claro que las disgreciones Sabatianas son diez veces más intensas y trascendentes), y la compleja, Sobre Héroes y Tumbas.
Para poder cuantificar la temática profunda y extensa de Sábato quiero mencionar un libro muy apreciado hoy como El Alquimista de Paulo Coelho que habla mucho del Gnosticismo y que para muchos lectores es un libro único e innovador. No pretendo anular lo inspirador del libro de Coelho ni cuestionar sus dotes como escritor, sin embargo si quiero aclarar que la temática ha sido expuesta por Sábato décadas atrás (me cuesta creer que Coelho no haya leído el autor argentino). Al respecto de la alquimia dice un fragmento de Abbadon, El Exterminador:
"Esta manera de impregnar el mercurio fue mantenida en secreto por lo que sabían y constituye probablemente el pórtico de algo más noble (que la fabricación del oro), algo que no puede ser comunicado sin que el mundo corra un inmenso peligro".
Volviendo al punto inicial sobre los nominados al Nobel del Literatura, desde aquí mis mejores deseos para los escritores españoles. Pero la locura, intensidad, apasionamiento y lo que Sábato representa (como pintor, ex científico, ex anarquista, gnóstico etc.) sin duda lo pone en un nivel, sino superior, al menos diferente, lo cual lo ha llevado a que miles de lectores le tengan una estima y cariño especial sin jamás haberlo conocido.
Y para que no se diga que hay mezquindad en este líneas, la mejor de las suertes a los señores Ayala y Delibes. Ojala en el futuro les otorguen el Nobel, El Pulitzer, y El Príncipe de Asturias, pero este vez con todo mi corazón (y mi poco discernimiento como lector) me inclino por el Gran Maestro, Ernesto Sábato.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Augusto Monterroso " El Eclipse"


Todo lector tiene libros y autores preferidos. Incluso escritores de la talla de Cortázar han mencionado tener textos y escritores “favoritos”( El puente sobre el río del Búho - Ambrose Bierce, William Wilson- Edgar Allan Poe, Un sueño realizado - Juan Carlos Onetti, entre otros).
En los 90’s cuando participaba en un taller con el escritor Reynaldo Santa Cruz, leímos un texto de Augusto Monterroso, "El Eclipse", una joya y manual al mismo tiempo, de cómo narrar brevemente con un lenguaje carente de adornos y artificios. Curiosamente antes de “postear” el cuento en mención, observo que Casatomada (mi casa editorial) publicó un texto de Monterroso (no habíamos cruzado palabra alguna al respecto con el editor y colega Gabriel Rimachi). Sin embargo esta feliz coincidencia no hace sino reafirmar que la prosa pulcra del autor guatemalteco es una de las más apreciadas por los lectores de hoy.
Me encantaría que, en homenaje al autor, pudieran hacer algún comentario sobre este gran cuento.

EL ECLIPSE de Augusto Monterroso


Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
—Si me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.