miércoles, 23 de noviembre de 2011

NIEBLA DE MIGUEL DE UNAMUNO



Sin mencionamos el nombre de Don Miguel de Unamuno y Jugo, imperiosamente tenemos que citar su novela Niebla o Nivola.Se dice que esta es una de las primeras novelas modernas de España y una de las obras representativas del autor vasco y de la Generación del 98’. Niebla deja “atrás” el Romanticismo, Naturalismo, y Costumbrismo que representan, según Unamuno, lo decimonónico.
Germán Gullón Catedrático de la Universidad de California dice que esta novela en su momento era considerada inclasificable en cuanto a género y que recién en el 60’ con el auge de la novela experimental la obra unamuniana cobra auge es valorado en su real dimensión.
El personaje principal Augusto Pérez enfrenta eventos que lo “torturan”: soledad y desamor. Empero, su personaje Augusto Pérez no cae en la contemplación, el derrotismo, ni el pesimismo de personajes de novelas naturalista o costumbristas resignadas por el infortunio; por el contrario, Pérez se enfrenta incluso a su destino: tratar de conquistar y aceptar sufrir por el amor de la pianista Eugenia del Arco que tiene ojos solamente para Mauricio, una eminencia en el arte de la holgazanería.
Sin embargo, Eugenia o el destino caprichoso se encarga que las vidas de Mauricio, Augusto y la suya tengan un extraño desenlace donde la fatalidad (un tema que Unamuno toca hondamente en más de un libro) está presente.
La fatalidad presentada por Unamuno no es ramplona si facilista sino que representa un verdadero juego de ficción donde el narrador omnisciente es tan intrusivo que se mete de lleno en la novela al punto de tener una acalorada discusión con Pérez que no sucumbe ante la opulencia del narrador-dios y se le enfrenta.
- No sea mi querido Don Miguel que sea usted y no yo el ente de ficción.
Augusto Pérez asimismo no cae en una reflexión pasiva ante la vida sino que asume El Sentimiento Trágico de la vida y la hace suyo.
“Los verdaderos hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una niebla de pequeños incidentes.”
Unamuno en esta novela sin duda muestra sus propias inquietudes filosóficas ante lo divino pues Don Miguel es el narrador-dios que sojuzga a Pérez es un ser humano torturado. Otro aspecto resaltante del personaje Augusto es que este desea escribir a la cual llamará Nivola y en la cual no hay un orden aristotélico de inicio, medio y final ni convenciones clásicas en la cual el personajes hasta puede tener una dialogo con su mascota si así lo desea.
Tenemos ante nosotros un personaje como Pérez que es burlón y que asimismo cumple con la función de mostrar el concepto unamuniano de la novela moderna.
Una buena novela, me dijo un escritor norteamericano y ex profesor mío, “es aquella que es character- driven y no plot- driven. En buen español “conducida por el personaje y no la trama”.
Qué duda cabe que en la Nivola de Unamuno es Pérez quien “arrastra” al mismo Unamuno y al lector en un insondable abismo: la vida que es una Niebla, una nebulosa.
Un dato curioso de Niebla. Unamuno cae en un error sobre fechas respecto a la muerte de la madre de Pérez. Pese a ello, es una gran novela y un dato así no enloda un trabajo auténtico y responde al estilo del autor para escribir: de corrido.
Haciendo un paralelo, los diálogos filosóficos entre Augusto Pérez y su amigo Víctor sobre la existencia hacen recordar a personajes de Baroja como Andrés Hurtado del El Árbol de La Ciencia. Hurtado tiene discursos filosóficos con Iturrioz quien lo instruye y a veces protege.
Habría entonces una constante en estas novelas del 98 tanto en Unamuno como en Baroja: un amor, una tragedia, un amistad y ante todo la cuestión filosófica antes el “misterio” de la vida y sus intricados caminos.
La obra de Unamuno es compleja y Niebla al igual como su obra Abel Sánchez, no fueron tomadas de manera muy receptiva en su momento.
Respecto a la novela, la contraportada de editorial Espasa Calpe dice:
Esta obra de Miguel de Unamuno es uno de los ejemplos clásicos más eminente de la novela moderna. La ficción deja de ser un puro vehicula narrativo, transmisor de historias, para convertirse en universo textual de fecundas sugerencias. El titulo, NIEBLA, expresa con claridad el propósito novelesco de desdibujar lo visible y materializar, en cambio, lo impalpable. En ese ambiente vemos a un hombre existencialmente frustrado, Augusto Pérez, sobre cuya muerte nos veremos obligados a pronunciarnos.
(Germán Gullón)

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