lunes, 11 de julio de 2011

Novela sobre inmigrantes en Estados Unidos. “Sesenta Días Para Abandonar El País”



Novela sobre inmigrantes en Estados Unidos.
“Sesenta Días Para Abandonar El País”


En las últimas tres semanas he viajado bastante y me siento agotado, pero al recordar cada momento, sonrío. Manejé 750 millas desde Virginia hasta Connecticut ida y vuelta por el tema de la beca literaria que me otorgó generosamente Wesleyan University.
Confieso que me gusta manejar a velocidad y me relaja. Me gusta ir a 75-80 millas por hora. 110-120 kilómetros por hora, me gusta dejar “todo” atrás y acariciar el futuro con el pie hundido en el acelerador. Confieso que me gustaría acelerar y romper la barrera del tiempo, cortar el viento, penetrar el aire, mezclarme con la noche. Me gustaría ser tan veloz como un pensamiento y así poder alcanzar el mañana. No es que quiera huir de mi presente ni de mi pasado, solamente me obsesiona mirar adelante. Mí pasado jamás lo olvido: es casi una fotografía en blanco y negro que llevo tatuada en el pecho.
Me fascina ir a Connecticut (casa de Twain con museo incluido) porque cruzo Maryland (aquí murió Poe en Baltimore) Delaware, New Jersey (tierra de Ginsberg y barrio de Keruac) y New York (ciudad donde vivió Lorca y murió Lennon) y hay por allí mucha historia y literatura.
. ¡Nada como manejar y ver NY de Noche! y claro cruzar el inmenso puente de Delaware y el George Washington Bridge.
Pero mi Travesía por Connecticut no fue del todo grata. Una conversación áspera con dos escritores (la intolerancia existe en todos lados) y extrañar mucho a mi hija me hicieron regresarme de Newton, ciudad donde queda Wesleyan. Manejé sin parar casi siete horas con un descanso de cuarenta minutos. No todo estuvo mal, algunas clases fueron muy buenas y me reencontré con una escritora joven con quien coincidimos en otra conferencia en el 2010.
Luego de estar en Connecticut estuve en Chicago, Miami, Texas, con destino final Lima para presentar mi novela.
El viaje ha sido más accidentado de lo que jamás pude imaginar: perdí el vuelo en Chicago a Lima por lo cual llegué un día después a mi patria, mis maletas estuvieron inubicables por cuatro días, me extrajeron una muela, me cauterizaron una herida, me enfermé del estómago y no pude viajar a Huancayo donde me esperaban para presentar el libro. Mi esposa e hija también tuvieron complicaciones de salud. Tuve asimismo otras eventualidades, algunas muy vitales, de las cuales hablaré en su momento.
El viaje de regreso no fue la excepción. Perdí el vuelo Texas- Virginia y que quedé varado cinco horas en Houston donde fui revisado por un scanner que me auscultó hasta el occipucio, pues ahora corre el rumor de ataques con bombas líquidas que los terroristas se pondrían en el cuerpo. Siempre he llevado una bomba en mi cuerpo, pero es otra de la cual nadie no todos entienden: escribir es una vocación de furia. Y el único líquido que llevo en mi es el vino Queirolo y alguna cerveza que bebí en Lima.
Pese a toda la travesía accidentada me queda el dulce sabor de haberme abrazado con mi numerosa familia y amigos, los dos talleres de cuento que dicté, y la presentación del mi novela en la Casa de la Literatura con el tremendo apoyo de mi familia, amigos, compañeros de aulas, colegas, blogueros, alumnos de Bausate(Mario Gonzales, Mónica Benavides) y la editorial Vagón Azul y mi editor Eduardo Borjas; mi amigo , el escritor Martin Roldan y el periodista del Diario Gestión Raúl Castro, y por supuesto, la embajada de España en Washington DC que me apoyó para hacer publicar esta novela. ¡Tóquenla, es realidad!
No creo que me competa valorar ni hablar sobre mi novela. Casi siempre escucho por allí decir frases como esta: no es porque que sea mi novela, pero está bien escrita.
A mis cuarenta años no voy a cometer la estupidez de ser juez y parte de mi propio escrito. Apenas puedo decir que es más que ser una novela, es quizás una nivola (copio la palabra al gran Unamuno) o un esputo de rabia y a veces de humor.
En la novela hablo de las torres gemelas, del pentágono, de septiembre del 2001, una fecha que a mí me marcó y del American Dream que yo he visto, que no se parece a esos reportajes light de TV. En todo caso, resumo aquí una suerte de sinopsis de la novela, y a partir de esta o de la novela misma, cualquier lector, el público culto y conocedor, y los “entendidos” podrán opinar lo que les venga en gana.
Un abrazo eterno a todos lo que me han apoyado, y los que me han ignorado simplemente les obsequio, virtualmente, el látigo de mi indiferencia.
SESENTA DIAS PARA ABANDONAR EL PAIS. SINOPSIS
Sesenta Días para Abandonar el País es una novela de ficción ambientada en Lima, New York, y Virginia que narra los últimos sesenta días en Lima (en cuenta regresiva) de Gerardo Gómez (alter ego del autor), un joven periodista subempleado como vendedor en un banco, que decide emigrar a los Estados Unidos no sin antes tratar de agotar recursos, algunos desesperados, por quedarse en Perú.
Gerardo se debate en una suerte de frustración profesional e incertidumbre, un drama latinoamericano muy común, que lo obliga, al igual que a muchos jóvenes, a desplazarse a Estados Unidos.
Sin embargo la transición entre decidirse o no a viajar lo sumerge en un divagar casi onírico y de noche escribe o recapitula cada día hurgando a veces en el pasado tratando de encontrar explicación a su situación actual.
Gerardo y su novia Karla dedican sus días a tratar de sentirse bien y lidiar con esta separación que asumen será temporal. Pero la frustración porque el viaje se acerca fuerza acaloradas discusiones que esparcen dudas y temores.
En medio de la monotonía de los días Gerardo se ve envuelto en situaciones diversas y disparatadas que hacen más hostil y confusa su permanencia en Lima: una pelea con un ciudadano mexicano que deriva en una situación aún más inverosímil, insostenibles charlas con una anciana que le adeuda un dinero, y la aparición de Marite, una bella joven, a quien conoce en una agencia de viajes.
Gerardo llega a Virginia en Septiembre del 2001 un mes que marcará su vida y se enfrenta al proceso de aculturación en medio de breves viajes por carretera a New York, New Jersey y por las calles de Virginia y DC donde Gerardo, una suerte de narrador cámara, observa una ciudad agreste y ajena.
Múltiples y disímiles trabajos, la búsqueda del sueño americano y ser un Self-Made Man hacen de esta e novela “autobiográfica” un documento sobre Estados Unidos narrada desde la perspectiva de un inmigrante que en una suerte de diario escribe sobre cada día que transcurre como si fuese el último.

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