domingo, 23 de octubre de 2022

Reseña de Cuentos del norte, historias del sur por Eugenia Muñoz Molano, Phd y profesora de español en Virginia Commonwealth University


Las historias están ligadas unas con otras a través de varios ejes temáticos tales como  las rivalidades por  la conquista del amor y luchas por el poder en el mundo masculino de adolescentes y jóvenes y su necesidad de experimentar y retar al destino sumergiéndose en el riesgoso mundo de las drogas y las pandillas. También se encuentran las desilusiones amorosas de mujeres jóvenes a quienes el hombre que aman las abandona con un hijo, como a Magda y a otras como Natalie, Paula e Indira los hombres que aman las obligan a alejarse de ellos  porque su amor por ellas  no es lo suficientemente poderoso para retenerlas, puesto que aquéllos no pueden superar las circunstancias que los aíslan e incapacitan para tener una relación normal. Pero se podría decir que hay un tema que en todos los cuentos une los destinos de ciertos personajes: El de la destrucción. Ya sea provocada por otros o por los mismos personajes de acuerdo a actuaciones y reacciones ante las circunstancias de sus vidas. Destrucciones que dejan a los personajes a merced de pérdidas irremediables, fracasos, desilusiones, situaciones inconclusas y evasión de la realidad dolorosa en que viven. No obstante lo anterior, en el caso de dos personajes cuyas historias aparecen desde su infancia hasta su vida de adultos, al menos éstos superan la destrucción a que son expuestos en su temprana edad  y de adultos viven en un presente que les permite mirar hacia un futuro estable.  Por ejemplo, el caso del personaje central de «¿Dónde se fueron todos? (Redoble para Live Wire y Phoenix)«, desde niño  conoce y admira a Billy, un músico que había vivido en Nueva York y es su mentor en la pasión que le inspira la música de los años 80. La atmósfera que rodea a Billy y a otros jóvenes admiradores de éste último es el de la marihuana y la cocaína pero el personaje en mención, no permanece inmerso en ese mundo de Billy y sus amigos.

Hay una característica en los cuentos del libro de Hemil, con respecto a los personajes: La mayoría de ellos son jóvenes, aunque hay niños y adolescentes también. Los personajes adultos no son muchos y casi todos aparecen del lado de la destrucción. Solo unos cuantos adultos presentan acciones positivas, pero son personajes secundarios en la acción de las narraciones. En otras palabras, no hay adultos que sean verdaderos modelos para seguir. Las narraciones sobre los personajes se desarrollan en los siguientes espacios: Seis en Perú: «Ana y el sol», «Cabecita de papaya», «Al filo del barrio», «Skateboard», «Lucrecia en Domingo» y «Viernes». Tres en los Estados Unidos: «El huracán», «El héroe» y «La noche que me acosté con el diablo»  Otras dos son un viaje a través del espacio y el tiempo desde Perú a Estados Unidos: «Cartas y emails de mi madre» y «¿Dónde se fueron todos? (Redoble para Live Wire y Phoenix)«. Por último, hay una narración que se diferencia de todas las demás porque el narrador omite el nombre del lugar donde se desarrolla la acción, pero dada la alusión intertextual del título, «Diez años de soledad» y ciertas características del comportamiento masculino de «Gabriel» en su relación de pareja, además de algunas menciones del mar; se puede deducir que el autor se refiere a un lugar de la costa norte de Colombia, donde se desenvuelve la novela de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Sin embargo, esa historia de la pareja podría desarrollarse en cualquier lugar, desde el punto de vista de su relación disfuncional en la cual los dos personajes viven juntos, pero solos sin nada que los una, a no ser la soledad.

Además de las menciones hechas de los temas, actuaciones y situaciones  relacionadas con los personajes jóvenes tanto masculinos como femeninos, vale observar ciertos patrones que se encuentran con relación a  los personajes niños y a los adultos quienes directa o indirectamente tienen roles destructivos para con  jóvenes y niños en los cuentos .Un ejemplo contra los jóvenes que sobresale por la doble moral y la debilidad humana que lleva a actuaciones negativas, es la del sacerdote en «Lucrecia en domingo» que valiéndose de su autoridad moral de confesor, busca a toda costa impedirle a Lucrecia que tenga relaciones sexuales con Diego, con quien la une un amor auténtico. Los niños son víctimas inocentes de la violencia del mundo creado por los adultos, como el de los horrores de la guerra en «Cabecita de papaya» y en «El héroe» y también, el mundo de la violencia asesina y sangrienta que Adrián niño ve con ojos aterrados en «Al filo del barrio». Otro niño que representa a tantos otros niños de padres inmigrantes a Estados Unidos, es Pepito el personaje central de «Cartas y emails de mi madre». Desde el inicio quedan expresados el dolor de la separación de Pepito de su madre a sus ocho años, la cual se va a Estados Unidos en busca de una mejor vida material: «Cuando mi madre emigró me dijo que serían un año o dos de separación, pero no ocurrió así, fue un tiempo largo, junto a otros hechos que hicieron más afligida su ausencia». Esa separación fue de diez años y por añadidura la madre fue dejando atrás la única conexión de las cartas y «emails» que unía al niño con ella, a medida que  se asimilaba totalmente al estilo de vida norteamericano y encontraba su felicidad casándose y formando una familia al tener a su hija «americana». La inconsciencia y negligencia de la madre, que pretende llenar con dólares y regalos el vacío de su amor y de su presencia en la vida de su hijo, provocan la destrucción del profundo nexo entre el hijo y la madre. Cuando por fin a sus dieciocho años, Pepito llega a Estados Unidos a vivir con su madre, experimenta además la exclusión del seno de una familia que es solo de su madre, de su esposo y de su hermanastra Melissa. Ellos están unidos por sus propias experiencias familiares y su comunicación es únicamente en inglés.

Por último, es de anotar que Hemil García Linares muestra en este libro un gran acierto al recrear para sus lectores el mundo generacional de su país natal, que puede ser el de cualquier país latinoamericano de los años 80, 90 y principios del 2000, donde la realidad de la violencia y la destrucción entre seres humanos, es suficientemente amplia, seria y perturbadora, como para cerrar los ojos y los oídos, tratando de ignorarla.




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