viernes, 31 de octubre de 2014

La defensa de mi tesis de maestría en George Mason

Querid@s tod@s: Pasé la defensa de la tesis para graduarme como Master of Arts in Foreign Languages y estreno un nuevo trabajo como profesor en Cesar Chávez High Schools. Han sido dos años largos y cortos a la vez. Aprendí mucho (y sigo aprendiendo) en mi universidad George Mason que en 2012 me abrió las puertas, me dio una Teaching Assistanship, es decir me otorgó un estipendio por enseñar español y además cubrió el costo de mis clases. En Estados Unidos no existe educación gratuita y los Teaching Assistanship se otorgan por méritos. Hoy tuve en el comité al Dr. Rei Berroa, Director de mi tesis, un gran maestro y poeta; a la Dra. Lisa Rabin, estudiosa de los Medios masivos y el cine y al Dr. Antonio Carreño, estudioso de teorías literarias y literatura. Cuarenta minutos de defensa y cuarenta minutos de preguntas y respuestas. El Comité aprobó la defensa. Valió la pena pasar, por espacio de dos años, viernes, sábado y domingo estudiando. El sacrificio que han hecho en casa Kattin y Miranda fue inmenso. Era como no estar en casa porque me encerraba en el sótano de la casa, leyendo hasta las dos o tres de la madrugada. Los domingos me levantaba agotado, sentía que había estado en una bacanal pero sin haber probado vino, sentía haber estado en una pelea de box y que había llevado la peor parte. Me falta un mes para graduarme, pero la defensa ya la pasé. Lo difícil quedó atrás. Por si fuera poco, antes de tener la maestría en la mano, la escuela secundaria Cesar Chávez de Washington DC me abrió la puertas para trabajar como profesor a tiempo completo, dándome toda las facilidades para que en este mes me dedique a terminar la maestría. Hoy fue una locura porque me acosté a las cuatro de la mañana, me levanté a las nueve para ir al campus campus, caminé de un lado a otro. Menos mal que mi amada esposita Kattin me vio caminando por el campus y me dio un “aventón”. Mi querida amiga Warsan llegó a la sala de conferencia con bocaditos. Lindo detalle. También estuvo mi amiga Sarah. Gracias a las dos por el apoyo moral. Tener a mi esposa al frente fue una motivación tremenda porque ella siempre confió en mí como nunca nadie lo hizo ni lo hará: desde siempre, desde aquellos días en que nadie dio daba un peso por mi. Ni yo mismo. Y es que más de una vez “algunos” vaticinaron que yo nunca sería nada, incluso varios profesores de primaria, secundaria y universidad no toleraban a un muchacho inquieto como yo que leía algún cuentito de Vallejo o de Valdelomar, no para sacar una buena nota, sino por placer. Algunos profesores no toleraban que hubiese leído a Sartre, Nietzsche, Sábato, por mi cuenta y sin que fuera parte del syllabus. Les molestaba que los citara como si fuera un pecado citar. ¡Es así como se hace investigación y ciencia: citando las fuentes! A todos ellos profesores (incluso a los golpeadores), gracias. Su pobre metodología me enseño a que nunca sería como ustedes. De manera indirecta aprendí cómo debe ser un maestro: un guia, un amigo, un padre. El querido autor vasco Pio Baroja escribió alguna vez que Ortega Gasset había dicho que Baroja nunca sería nada y el vasco dijo que Ortega y Gasset tenía razón. Pues, me adhiero a lo que dice Baroja, puede que yo no sea nada y que nunca seré nada. Pero, por el momento y gracias al apoyo de mi pequeño circulo, estoy saliendo adelante con mi maestría, con una defensa de tesis que ha sido elogiado por el Comité. De momento una escuela que promueve educación y justicia social en Washington DC, ha creído en mí para educar a los futuros ciudadanos del país. Por eso, este pequeño triunfo vas sólo para ese pequeño circulo que siempre confió en mi. Un abrazo y besos eternos a mi esposa, mis hijas, mis padres, hermano, familiares y amigos dentro y fuera del mundo académico. Disculpen mi poca lucidez y mis erratas, pero luego de hablar sobre Vargas Llosa y Roncagliolo, Gerárd Genette, M. Bakhtin, Martín-Barbero, Benedict Anderson, Ángel Rama, Seymour Mentón, Efraín Kristal, entre otros, mi cerebro está agotado. Un abrazo, Hemil