miércoles, 4 de septiembre de 2013
"La fuerza del sino" Duque de Rivas. La agudeza de la espada y la pluma. Reseña.
Duque de Rivas, la agudeza de la espada y la pluma
Con Don Álvaro o la fuerza del sino (1835) el escritor Ángel de Saavedra inició el Romanticismo en el teatro español. De prosa y depurada rima deleitante donde predominan el uso de redondillas, la obra encierra una tragedia amorosa, tema romántico por excelencia. Durante las cinco jornadas que componen la obra, se intercalan la prosa y la poesía para representar y separar a las personas incultas de las letradas. Así, las personas sin título ni riqueza hacen uso de la prosa y los nobles (y curiosamente su servidumbre) se expresan de manera poética.
La intertextualidad de la obra evoca a Calderón de la Barca y La vida es sueño. Al igual que Segismundo, don Álvaro monologa amargamente acerca de nacer y ser infelice. Asimismo, es evidente la influencia de Cervantes y La Gitanilla ya que en la obra de Rivas existe un personaje llamado Preciosilla.
Entender un texto implica relacionarlo con el autor. Duque de Rivas no oculta en su pluma, la predilección por el tema caballaresco, el honor y la hidalguía que manifiestamente rememoran su pasado militar. Es decir, nuestro Duque tiene agudeza tanto en la espada como en la pluma.
Al interior de un cuento, novela, o pieza teatral existen elementos como: la historia, el narrador, el tema y el discurso, que establecen la unidad temática de un libro. La literatura romántica presenta notoria similitud entre el autor de la obra y el personaje central.
A la muerte del hermano mayor—esta vez el sino es favorable-- ,Saavedra adquiere nobleza y se convierte en Duque de Rivas. Antes de eso, sufrió el destierro y luchó junto a los patriotas; es decir tuvo una vida heroica análoga a la don Álvaro.
La fuerza del sino presenta visos de literatura transatlántica si profundizamos en los orígenes del personaje central. Europa y América fluyen en torno a don Álvaro, el indiano de misteriosa estirpe. La lucha entre don Álvaro y el marqués de Calatrava por doña Leonor (la hija del marqués) nos transportan a una época donde la concepción medieval del amor cortes es todavía posible. Las clases sociales experimentan pugnas irreconciliables. La dignidad de la mujer es siempre percibida desde la perspectiva patriarcal que exige pureza, honra y castidad mediante la caricia metálica de una espada.
La azarosa vida de don Álvaro y su lucha por el honor y el amor contienen las armas necesarias para presentar una pieza de teatro cuyo desenlace hace justicia al nombre de la obra. Don Álvaro o La fuerza del sino muestra lo minúsculo que puede ser el hombre –aún el más hidalgo y valeroso-- ante la vida misma, dueña de una pujanza indomable como yeguas salvajes. Los hados y el destino ejercen una fuerza magnética irremediable contra los personajes épicos de la literatura. El estreno en 1835 de don Álvaro y la fuerza del sino no solamente inició el Romanticismo en el teatro español, también marcó un distanciamiento con la rigidez neoclásica. Don Álvaro –qué duda cabe—es el arquetipo del héroe romántico ansioso de libertad y amor y que, inexorablemente, no podrá huir de la fuerza del sino.
Hemil García Linares.
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