sábado, 21 de febrero de 2015
Paseador de Perros, una novela de Sergio Galarza
Hace algún tiempo recibí desde España, la novela “Paseador de Perros” (gracias, Sergio). La novela escrita por el autor peruano Sergio Galarza relata la historia de un inmigrante que sobrevive en Madrid paseando perros. Nos encontramos pues ante una novela corta escrita en primera persona en la que el narrador-protagonista relata acerca del anonimato en el que vive sumergido, mientras su universo inmediato: sus relaciones afectivas, su inestable trabajo y su futuro incierto, se reducen a subsistir día a día, esperando sin convicción que los hados cambien su destino.
La soledad y un sabor amargo rodean al protagonista desde el inicio de la novela mostrándonos que su vida es monotonía y supervivencia: “trabajo paseando perros, también cuido gatos y limpio la jaula de un mapache”(7).
Sin duda nos hallamos antes una novela que es tan disímil a las fantásticas historias de inmigrantes exitosos que nos vende la televisión y por ello quizás es más real y vitalista, porque en la sensación a derrota, a soledad y a vida dura, se avizora y respira rebeldía y lucha, elementos esenciales en la literatura.
Indudablemente tenemos ante nosotros una novela corta que vale la pena leer y cuyo epílogo puede causar dos posibles efectos en la lectoría: que aquellos inmigrantes que se topen con este libro hallen cierta liberación respecto a la alucinación recurrente que es existir en un espacio ajeno hasta que llega el ansiado día de la aculturación o que sirva al lector que desconoce este mundo para llevarlo por el difícil periplo que implica ser inmigrante.
La contraportada dice a la letra:
“Esta es la historia de un tour de forcé por las calles de Madrid y sus periferias, una novela sobre aquello que no se ve en las postales turísticas, el relato de una vida contaminada por el odio y la desesperanza. Pero también hay un lugar para otros sentimientos. Y para la música. Sergio Galarza rescata del anonimato las tragedias y los placeres de una ciudad que tienen mucho que contar, desde Malasaña hasta Coslada, desde Alcorcón hasta la moraleja”.