lunes, 27 de agosto de 2012
De vuelta a la escuela al final del verano
De vuelta a la escuela al final del verano.
Ha pasado poco más de un mes desde la presentación de la antología Raíces Latinas en Lima.
Ha habido un silencio de mi parte y algunas decisiones personales importantes.
Quiero agradecer a la familia y los amigos que me apoyaron todos esto tiempo( desde el 2009 hasta el 2012) en las lecturas y presentaciones.
Como comentén en Lima en la Casa de la Literatura, voy tomar un tiempo prudencial para poder centrarme exclusivamente a mi familia (esposa y dos hijas) y mi maestría.
Hoy empecé la maestría en George Mason ;las clases y los profesores muy capacitados y sobre todo dinámicos.
Tengo un profesor español y otro norteamericano. Uno de ellos amigos del maestro Víctor Fuentes, una biblioteca de la literatura en español y de la inmigración y mejor amigo.
Los cursos parecen intensos, de muchos estudio pero también fascinantes.
Dejo una novela inédita ya terminada y varios cuentos que por ahora no verán la luz.
Hoy es tiempo de volver a la escuela o como dicen aquí: Back to school.
Voy a extrañar leer compulsivamente ad-libitum y escribir pero siempre hay algo que entretiene: este semestre voy a leer y escribir textos sobre Carlos Fuentes y Manuel Puig para empezar. También voy a ver mucho cine latinoamericano.
Me consuela saber que en mi hora de almuerzo voy a leer a Baroja.
Me reconforta saber que intento más que nunca estar cerca de las personas que de verdad me quieren bien , aquellos que hoy más que nunca están apoyándome y orando por mi y ayudándome a reencontrar la claridad de las cosas y el sentido de la vida que radica en la que de verdad importa.
Familia y amigos, no entro a Facebook ya por cuestiones de horarios y por que necesito centrarme en lo que me he trazado : la maestría .
Incluso con algo de nostalgia he pensado dejar el segmento cultural televisivo en el cual participo.
En una semana el verano habrá terminado y mi hija empieza la escuela.
Necesito ver el mar una vez más antes que agosto acabe y disfrutar y valorar estos días pues , enfrento muchos retos profesionales y personales al mismo tiempo ;necesito estar fuerte y sobretodo consciente que todo lo que tengo ahora se lo debo desde siempre a Kathya y hoy a mis hijas.
En Noviembre termino de hacer las lecturas de la antología y cumplir con algunos compromisos pactados.
Un abrazo. Nos vemos pues.
viernes, 17 de agosto de 2012
Boquitas Pintadas de Manuel Puig (Penguin Ediciones, 1996)
Boquitas Pintadas de Manuel Puig (Penguin Ediciones, 1996)
En estos días empiezo mi maestría en lenguas extranjeras en la Universidad George Mason (Virginia) y todos mis libros han llegado por correo (cerca de seis).
Siguiendo mi fiel costumbre de no acatar al pie de la letra los que los profesores dicen, antes de empezar la clase ya he terminado de leer Boquitas Pintadas y lo he disfrutado mucho aunque me trae añoranza por la Argentina que jamás podré conocer: la de Gardel, Le Pera, y un siglo que se fue hace mucho.
En 1947 cuando se define la suerte de Juan Carlos Etchepare mis padres tenían apenas 5 años. Quizás la vida de ellos fue como la de los hijos de Nélida Fernández. Tengo nostalgia de los que ellos vivieron, de esos años inocentes, de la época donde la luz y el agua en las provincias era un lujo (y aun hoy en el 2012 lo es), la de los bailes del pueblo y reinados de belleza como eje central de la vida “social”, los carnavales con serpentina y talco.
La novela “pop” de Puig con su sencillez en diálogos y palabras, es a su vez un texto intrincado con monólogos interiores joycianos, soliloquios, cambios de narradores, fragmentos de cartas, anotaciones, partes policiales, confesiones en altar, voces anónimas; este hibrido le da una atmósfera profunda que brinda muchas posibilidades de lecturas (voces y mentes diversas narrando). El texto muestra lo que era la sociedad argentina (y quizás latinoamericana de la época): las clases sociales, el arribismo, los complejos, la obligada iniciación sexual con las boquitas pintadas, el machismo animal, ser degenerado era tomarse unas cervezas y fumar cigarrillos (juegos de adolescentes incluso en mis 90’s), residir en la ansiada capital aunque la vida sea una de apariencia.
El hastío y remordimiento de Nélida, el rencor de Mabel, la venganza de La Raba, el destino de Panchito, la resignación y entereza del señor Massa, el honor “mancillado” de una mujer, la vida desenfrenada de Juan Carlos son el espejo empañado de una tiempo ido y olvidado hace mucho: las entrañables cartas a mano, viajes a pueblitos de climas secos para curarse de males respiratorios, bailes, y radionovela (en los 70’s escuché algunas).
Hoy sin embargo con nuestra modernidad: twitter, facebook, transportes veloces, clínicas modernas, drogas lícitas y de las otras, el hombre vive quizás más aislado y afectado, anhelando aquello que no se puede atrapar en las manos.
La forma de escapar hoy ha cambiado, el fondo del vaso de agua en el que nos ahogamos es idéntico.
El hombre de ayer y el de hoy es en esencia el mismo, la diferencia: con la tecnología de hoy, los Juan Carlos Etchepares del siglo 21 pueden existir mucho más tiempo e irónicamente dejar este mundo con vertiginosa velocidad si se lo proponen.
¡Qué vida la modernidad!