La presentación de “Cuentos del Norte, Historias del Sur” en Virginia resultó ser una experiencia más que interesante. Fue un momento reconfortante y ciertamente alentador pues pude interactuar con el público que se mostró muy interesado en la temática de los cuentos. Sin duda tener una mesa de lujo :Mayamerica Cortez y Dahlia Aguilar dio realce a la presentacion.
Resaltar la alegría y buenas vibras que causa tener a la familia y los amigos en momentos como este es primordial.
Alguna escuché a un escritor decir que toda su obra estaba dedicada a sus amigos. Pensé aquella vez (era muy joven, errático y también más intolerante) que ese autor era un egoísta, que debía escribir para el mundo, para un público desconocido sin pensar en los suyos. Que al ser escritor debía tener un compromiso con los lectores que no lo conocen. La familia, ni los amigos deberían estar siquiera cerca al autor, pues este debía ser un incomprendido, un poeta maldito a lo Baudelaire quien fue perseguido por su propia familia. Así, el autor incomprendido gracias a su rebeldía, desenfreno, y vida libertina ocuparía un lugar en el corazón de y gente que no lo conoce y estos lo adoptarían como un gurú, como un máster sensei, como un maestro Miyagi.
Pero nada más lejos de la realidad.
Porque es moda eso de ser escritor maldito, ser alguien que no ama a nadie, ser alguien que recorre (o quisiera recorrer) el mundo con una mochila tipo Kerouac en “On the Road” el tan mentado libro. Aquel que quiere ser un L’enfant Terrible a lo Rimbaud vive una afiebrada fantasía. El mismo Kerouac sabía que la generación Beat era un “fad” es decir una actividad que es seguida intensamente pero no que es perdurable (no quiero usar la palabra moda para que no se depriman muchos culturosos). Aquí no está en discusión el talento el escritor Americano.
En el mundo de hoy, aquel que quiere dedicarse a la literatura deberá no solamente trabajar duro para vivir, sino intentar escribir en el tiempo que queda libre, y si es un ser medianamente común preocuparse también por el entorno que los rodea (familia, hijos). Para lo que insistan en el pseudo malditismo Kerouac fue muy afectuoso con su madre y Rimbaud que de niño fue un ferviente católico murió al lado de su progenitora.
Siempre he pensado de esta manera, nunca he pensado que es necesario ser un parasito, un marginal para ser escritor.
He conocido algunos escritores que renegaban del sistema, del trabajo formal, renegaban del capitalismo y hoy tienen negocios que manejan con un criterio empresarial que ya Adam Smith desearía haber copiado.
En la época de universidad tuve amistad con una chica que era admiradora de Fidel Castro. “Fidel es dios” decía y al parecer sigue con su misma postura.
Hay un detalle que no mencioné. Esta amiga trabaja aquí en Estados Unidos en una cadena de comida chatarra y maneja una camioneta todo terreno.
En el mundo de hoy, un escritor desconocido necesita de su familia, sus amigos y claro también de aquellas personas que aman la literatura y deciden apoyar a un autor nuevo, asistiendo a la presentación y mejor aun comprando el libro.
He mencionado hace poco en una entrevista que entre ir a Perú y presentar el libro aquí en Virginia he invertido más de lo que pudiera recuperar vendiendo todos mis libros. Me he reído de esta situación ridícula una y otra vez. Para mi tiene sentido y lo volvería a hacer otra vez porque amo escribir. (Espero que mis princesas Kathya y Miranda puedan entenderlo siempre)
Porque escribir es el peor negocio que puede haber. Porque la literatura nace del corazón y no de ningún afán material. La escritura nace del corazón y de la disciplina y no producto del talento ni de ninguna musa.
Si escribo es porque existe una necesidad compulsiva en hacerlo. Una necesidad de expresarme y compartir mi obra con la gente que amo (la familia y los amigos) y con los jóvenes y publico que quiera leerme.
No escribo para la foto, ni para la fama, ni para hacer dinero, ni para aparecer en Vernissages,
Pertenecer a ningún círculo cultural ni para pelearme con nadie. Entre el trabajo, las clases, la familia y los amigos si apenas queda tiempo para escribir.
Dejo las fiestas, bacanales y simposios de literatura, mesa redondas cuadradas a los intelectuales, a los culturosos. Debo citar al maestro Rulfo: yo les tengo mucho miedo a los intelectuales, por eso trato de evitarlos; cuando veo a un intelectual, le saco la vuelta, y considero que el escritor debe ser el menos intelectual de todos los pensadores.
Por medio de este post quiero agradecer a la familia y amigos en USA y Perú por su incondicionalidad. También a los estudiantes y público en general que sin conocerme se acercó para indagar un poco sobre este pequeño proyecto que es mi libro “Cuentos del Norte, historias del Sur”.
Resaltar la alegría y buenas vibras que causa tener a la familia y los amigos en momentos como este es primordial.
Alguna escuché a un escritor decir que toda su obra estaba dedicada a sus amigos. Pensé aquella vez (era muy joven, errático y también más intolerante) que ese autor era un egoísta, que debía escribir para el mundo, para un público desconocido sin pensar en los suyos. Que al ser escritor debía tener un compromiso con los lectores que no lo conocen. La familia, ni los amigos deberían estar siquiera cerca al autor, pues este debía ser un incomprendido, un poeta maldito a lo Baudelaire quien fue perseguido por su propia familia. Así, el autor incomprendido gracias a su rebeldía, desenfreno, y vida libertina ocuparía un lugar en el corazón de y gente que no lo conoce y estos lo adoptarían como un gurú, como un máster sensei, como un maestro Miyagi.
Pero nada más lejos de la realidad.
Porque es moda eso de ser escritor maldito, ser alguien que no ama a nadie, ser alguien que recorre (o quisiera recorrer) el mundo con una mochila tipo Kerouac en “On the Road” el tan mentado libro. Aquel que quiere ser un L’enfant Terrible a lo Rimbaud vive una afiebrada fantasía. El mismo Kerouac sabía que la generación Beat era un “fad” es decir una actividad que es seguida intensamente pero no que es perdurable (no quiero usar la palabra moda para que no se depriman muchos culturosos). Aquí no está en discusión el talento el escritor Americano.
En el mundo de hoy, aquel que quiere dedicarse a la literatura deberá no solamente trabajar duro para vivir, sino intentar escribir en el tiempo que queda libre, y si es un ser medianamente común preocuparse también por el entorno que los rodea (familia, hijos). Para lo que insistan en el pseudo malditismo Kerouac fue muy afectuoso con su madre y Rimbaud que de niño fue un ferviente católico murió al lado de su progenitora.
Siempre he pensado de esta manera, nunca he pensado que es necesario ser un parasito, un marginal para ser escritor.
He conocido algunos escritores que renegaban del sistema, del trabajo formal, renegaban del capitalismo y hoy tienen negocios que manejan con un criterio empresarial que ya Adam Smith desearía haber copiado.
En la época de universidad tuve amistad con una chica que era admiradora de Fidel Castro. “Fidel es dios” decía y al parecer sigue con su misma postura.
Hay un detalle que no mencioné. Esta amiga trabaja aquí en Estados Unidos en una cadena de comida chatarra y maneja una camioneta todo terreno.
En el mundo de hoy, un escritor desconocido necesita de su familia, sus amigos y claro también de aquellas personas que aman la literatura y deciden apoyar a un autor nuevo, asistiendo a la presentación y mejor aun comprando el libro.
He mencionado hace poco en una entrevista que entre ir a Perú y presentar el libro aquí en Virginia he invertido más de lo que pudiera recuperar vendiendo todos mis libros. Me he reído de esta situación ridícula una y otra vez. Para mi tiene sentido y lo volvería a hacer otra vez porque amo escribir. (Espero que mis princesas Kathya y Miranda puedan entenderlo siempre)
Porque escribir es el peor negocio que puede haber. Porque la literatura nace del corazón y no de ningún afán material. La escritura nace del corazón y de la disciplina y no producto del talento ni de ninguna musa.
Si escribo es porque existe una necesidad compulsiva en hacerlo. Una necesidad de expresarme y compartir mi obra con la gente que amo (la familia y los amigos) y con los jóvenes y publico que quiera leerme.
No escribo para la foto, ni para la fama, ni para hacer dinero, ni para aparecer en Vernissages,
Pertenecer a ningún círculo cultural ni para pelearme con nadie. Entre el trabajo, las clases, la familia y los amigos si apenas queda tiempo para escribir.
Dejo las fiestas, bacanales y simposios de literatura, mesa redondas cuadradas a los intelectuales, a los culturosos. Debo citar al maestro Rulfo: yo les tengo mucho miedo a los intelectuales, por eso trato de evitarlos; cuando veo a un intelectual, le saco la vuelta, y considero que el escritor debe ser el menos intelectual de todos los pensadores.
Por medio de este post quiero agradecer a la familia y amigos en USA y Perú por su incondicionalidad. También a los estudiantes y público en general que sin conocerme se acercó para indagar un poco sobre este pequeño proyecto que es mi libro “Cuentos del Norte, historias del Sur”.
Un abrazo
Hemil
Agradecimientos especiales a los medios de Virginia: Washington Hispanic, El Imparcial, VIP Pass, El Tiempo Latino. En New York: El Boletin de New York.
Aqui el enlace de la revista VIP Pass y mas fotos del evento: