miércoles, 13 de mayo de 2009

INMIGRANTES EN USA, LIBRO “CUENTOS DEL NORTE, HISTORIAS DEL SUR”


Finalmente mi libro Cuentos del Norte, historias del Sur será presentado este 26 de Mayo en el Centro Cultural España a las 6.00 pm. Dirección Jr. Natalio Sánchez 181 Santa Beatriz-Lima teléfono 330-0412.
El libro consta de diez historias que ocurren tanto en Perú como en Estados Unidos y es un proyecto que empezó quizás en el 96 y quedó inconcluso; pues si bien me gustaba escribir, no tenía la disciplina rigurosa que esta conlleva. De todos los cuentos que escribí en los 90 apenas uno (Ana y El Sol) sobrevivió.
Desde el año 2006 retomé el proyecto con un poco más seriedad escribiendo el Cuento Lucrecia en Domingo que salió publicado aquí en Estados Unidos en el 2007. Continúe escribiendo.
El 2008 quedé finalista en un concurso internacional de cuento en Argentina con el cuento “La noche que me acosté con el diablo” y esto reafirmó mi deseo por hacer narrativa.
Luego, al sentir con mucha intensidad recuerdos de Lima, el barrio, los amigos; quise traerlos conmigo para que muchas de las personas que me brindaron su amistad en Estados Unidos entiendan quién soy, de dónde vengo, que me mueve y afecta.
Luego de casi diez años de vida en Estados Unidos, llevo a Lima historias sobre lo que he visto, oído y leído, aquello que me ha conmovido como ser humano. Estas dos etapas, me han marcado y definido como persona -al igual imagino- que a las miles de peruanos que dejaron el país para buscar una oportunidad en el norte del continente.
Un abrazo entrañable a todos y gracias por su amistad.
Aquí la nota de prensa e invitación. Los espero.
Hemil

NOTA DE PRENSA
“Cuentos del norte, historias del sur”

Primera entrega del escritor peruano Hemil García Linares

El sueño americano no siempre realizado es el leit motiv de esta lograda colección de cuentos que Hemil García Linares nos entrega en su primer libro. El autor, quien radica en Virginia, Estados Unidos, desde hace una década, nos muestra una radiografía radical y descarnada de los insospechados destinos que sus personajes encuentran día a día. El hijo que espera el retorno de la madre y que cada cumpleaños recibe un obsequio “norteamericano”; la mujer que abre la puerta a extraños para poder juntar el dinero que su familia necesita para ser feliz; los recuerdos de una niñez desbocada en las calles de Surquillo; las luchas por el amor y el desazón que produce la derrota; la añoranza de la tierra y la lucha por sobrevivir en una tierra que les ofrece la ilusión del éxito, son algunas de las historias que se tejen en Cuentos del norte, historias del sur.

Como un gran ejecutor, García Linares guía hábilmente al lector por los enrevesados caminos que el destino, en su caprichosa voluntad, ha preparado para cada historia, y da luz verde a la incursión literaria de un autor que vive su tiempo y que es testigo de una realidad que muchos conocen pero que pocos quieren aceptar.

Escritos con una prosa limpia e intensa, Cuentos del norte, historias del sur, mantendrá en vilo al lector por lo vital, directo, crudo y descarnado que cada historia entrega en esta estupenda colección de cuentos.

Hemil García Linares (Lima, 1971) Periodista y escritor. Egresado de la Universidad Jaime Bausate Y Mesa de Publicó artículos en el diario El Comercio (Perú) y en periódicos latinos de Estados Unidos. Editor de la revista Raíces Latinas (USA).Sus cuentos han sido antologados en México, Estados Unidos, y Argentina. Finalista del Concurso Internacional de Cuentos Junín País 2008 (Argentina). Actualmente toma clases de literatura en Northern Virginia Community College.
Página web y blog del autor www.hemilgarcia.com www.hemilgarcia.blogspot.com
Cuentos del norte, historias del sur, se presentará este martes 26 de mayo a las 6:00 pm en el Centro Cultural de España. Los comentarios estarán a cargo de los escritores Oswaldo Reynoso, Rodolfo Ybarra, Gabriel Rimachi Sialer (Ed.), y contará con la presencia del autor.
El ingreso es libre. Vino de honor.

Agradecemos el apoyo de su difusión,


Editorial Casatomada
www.rcasatomada.blogspot.com
Teléfonos: 433 – 1352 / 99195 – 1159
Contacto: Gabriel Rimachi Sialer (Ed.)

sábado, 2 de mayo de 2009

SOBRE MI LIBRO " CUENTOS DEL NORTE HISTORIAS DEL SUR" Y EL CUENTO " EL HURACAN"

Algunos amigos y personas relativamente cercanas estuvieron preguntándome exactamente sobre qué escribo y que les diga más sobre mi libro “Cuentos de Norte, Historias del Sur” a publicarse en Mayo del 2009 por la editorial Casatomada.
Dicen que los que escriben se enamoran mucho de sus obras como si de sus hijos se tratasen por eso prefiero mostrar un texto breve y no comentar sobre mis escritos. Quizás yo mismo sea mi peor crítico y quienes me conocen saben que soy un maniático-compulsivo-obsesivo de examinar en demasía lo que ya esta oleado y sacramentado. Esta razón es suficiente para no querer “analizar” y o explicar(al menos por ahora) mi libro. En todo caso comparto parte del prólogo que la conocida Poeta Carmen Ollé ha hecho del mismo:
En Cuentos del norte, historias del sur nos enfrentamos al racismo, a la pobreza, y a la violencia callejera, pero en ellos también aflora la fortaleza de la mujer luchadora en la figura de la madre, la precaria vida familiar, el barrio, el amor siempre imposible cuanto más ideal.
Los temas del norte giran, por supuesto, en torno a la difícil existencia del emigrado, a la falta de identidad, al terrorismo y al anonimato de las grandes ciudades. Hemil García es un escritor de su tiempo, pergeña sus historias desde el país que lo acoge, los Estados Unidos, con la autoridad de quien necesita decirlo todo, pero construyendo intriga, para deleite de los lectores de acá y de allá.

Aquí el texto:
El Huracán
Todo lo que se hace por amor
se hace más allá del bien y del mal
Friedrich Nietzsche

“¿Can we stay here?”, preguntó el niño y Magda por primera vez no supo qué decir. Respiró hondo y fumó lo que quedaba del cigarrillo. Miró al pequeño. Sus ojos caramelo esperaban respuesta. Puso la colilla en el cenicero y sentó al niño en sus piernas mientras el humo del cigarrillo dibujaba arabescos en la habitación.
“No podemos quedarnos aquí. Tenemos que viajar, mi rey”, dijo su madre y lo besó. No le mentía. Ellos debían mudarse cada dos meses. Magda ―ya acostumbrada a la rutina ―se alistaba para tomar un baño mientras Bobby ―su hijo ―lidiaba con su pequeña vida errante provisto de un videojuego que llevaba consigo por todo Virginia. Llevaban casi tres años viajando. Caras nuevas, siempre extrañas y detestables que aparecían y se esfumaban rápidamente, como los autos que transitaban en Arlington Boulevard. La avenida extensa y ajena cobijaba restaurantes latinos, lavanderías y tiendas de alimentos, y a su alrededor, sud y centroamericanos ―cigarrillo en mano ―conversaban mientras esperaban que algún contratista les ofreciera trabajo aunque sea por unas horas.
La habitación del tercer piso donde viven tiene un olor eterno a tabaco impregnado desde siempre; un hedor rancio como si el cuarto ―el edificio entero ―hubiese sido construido por fumadores quienes adrede dejaron las colillas dentro de las frágiles paredes de madera prensada. “¿Puedo prender my videogame, mommy?”, dijo Bobby y Magda asintió con la mirada. “Tengo que tomar un baño, mi rey”, dijo ella. Se dirigió al baño y dejó la puerta entreabierta. Frente al espejo miró su rostro de treinta años ¿o son treinta y tres, Magda? ¿Importa acaso? Se quitó el pijama y su piel canela, aún tersa, afloró inundando las paredes amarillas del baño. En su rostro cansado resaltaban vívidos sus ojos verde mar caribeño, un mar templado y transparente que en ocasiones puede tornarse salvaje e impredecible como un huracán, porque ella sabe ―aunque no lo quiera reconocer ―que lleva un huracán dentro.
Magda abrió la llave de la ducha y el agua tibia bañó su piel. Deslizó el jabón por sus brazos, espalda, y buscó luego los pechos generosos, se entretuvo y bajó lentamente hacia el vientre terso, hacia su sexo; recorrió sus muslos y pantorrillas y finalmente se inclinó para acariciar sus pies con el jabón. “Me caigo de sueño”, pensó.
Recordó que su hermano le había ofrecido darle trabajo en su bodega allá en Guatemala y que no se preocupara por nada. “Una ayuda extra no caería nada mal ahora”, caviló. Qué diferencia hacía cinco años cuando llegó a Estados Unidos con tantas ilusiones. Estaba trabajando en un restaurant de comida mexicana como mesera y sacaba muy buenas propinas. Al cumplir un año en el trabajo conoció a José Ramón, un mexicano trabajador y bien parecido que la enamoró hasta que ella dijo sí. Y tontamente (piensa ahora) perdió la cabeza y se distrajo: que vámonos al baile, Magda, que vámonos de paseo a la playa, princesa. Y todo era baile, paseo y felicidad hasta que se embarazó. Cuando se lo dijo, José Ramón se mostró alegre y fueron juntos a la primera cita médica. Y después, a la siguiente semana: la tierra, la migración, el destino, Dios, el diablo o el chupacabras se tragó a José Ramón porque nunca más apareció.
El embarazo fue complicado y Magda debió dejar el trabajo en el restaurant y de allí la vida dio un giro de 360 grados. “¿Y ahora a qué te dedicas?”, le preguntó su hermano cierta vez y ella simplemente le contestó, “Soy independiente. Me dedico a las ventas”.
Ahora el panorama no podía ser peor, ¿o sí? Si pudiese volver a casa con dinero. Siempre el pinche dinero. Si lo tuviera mandaba a todos pal carajo. Qué flojera, tengo que apurarme con la ducha. ¿Y si le hiciera caso a mi hermano?, tal vez me iría mejor allá. Pero mi niño es el problema ¿Se acostumbrará? Tiene que practicar su español, y lo más difícil será lo de la comida “Mommy, no me gustan frejoles”, dice y no quiere comer, pero cómo devora los chicken nuggets. Lindo mi bebe con su nintendo “¿Por qué no tenemos casa, Mommy?” me dijo el otro día y me agarró sorprendida. “Tendremos una casa linda”, le digo. “¿Cuándo?, preguntó él. Le contesté que algún día y cambié la conversación y le pregunté si le gustaría ir a Guatemala a conocer a sus abuelos y dice que sí ― qué vivos son los niños ―pero sólo si allá vamos a tener casa. Le dije que sí, que la casa de los abuelos es grande y es nuestra también y que iremos a la playa y cuando nos sentemos en la orilla no nos iremos de allí jamás y…
Casi terminaba de bañarse cuando sonó el timbre. “Mommy, the bell is ringing”, dijo Bobby, y Magda se enjuagó como pudo y cerró la llave de la ducha. Cogió la primera toalla que encontró a mano y recogió su cabello en coleta. Se puso una bata fucsia y salió del baño.
―¿Quién es, Mommy? ―preguntó el niño sin dejar de jugar con el videojuego.
―No sé, mi rey. Voy a ver ―contestó ella, dirigiéndose a la puerta. Había un hombre extraño al frente. Ella lo miró levantando una ceja y luego de hacerle una seña cerró la puerta. “Bobby, mi rey, anda un rato donde tu tía Sandra, y luego te recojo, ¿Ok baby?”, dijo Magda y desconectó el videojuego. Lo puso en una bolsa junto con un paquete de galletas que estaba en la mesa de noche. El niño salió de la habitación con la bolsa en la mano y tocó la puerta del costado. A los segundos salió una mujer de cabellos desgreñados, shorts rojos, y en brasiere, y al mirarse con Magda se entendieron sin hablar. No bien el niño traspuso la puerta contigua Magda volvió a la suyo.
“Pasa, cariño”, dijo Magda al extraño que esperaba afuera y cerró la puerta. Apenas esbozó una sonrisa metálica al quitarse la bata y se recostó en la cama, desnuda y perdida porque sabía que el huracán que llevaba dentro ―aunque ella no lo quisiera ― saldría a flote una vez más para azotar las sábanas.



( Copyrights Hemil Garcia Linares 2008)